Papeles-Delantal

Isabel Clara Simó

Últimamente, Antoni Miró, tras exponer en Canadá y Alemania, ha expuesto en: la Biblioteca Nacional de Boston (EE.UU.), en la «Biennale de Pintura e Grafica de Siracusa» (Sicilia), en el Centro Cultural Atartük de Estambul (Turquía), en la «Jordan National Gallery of Fine Arts» de Amman (Jordania) і a Bangkok (Tailandia). Y ahora acaba de exponer en el Museo de Arte Moderno de Sassoferrato (Ancona), en Italia, donde ha ganado el premio que convocaba la Universidad de Urbino por su obra «Nina de la Pau» (Muñeca de la Paz) que ofrecemos en la portada de estos PAPELES, la obra iba acompañada por «Nina valenciana». Las dos «muñecas» forman una carpeta —«Les nines-80» (Las muñecas-80) dedicada al poeta Vicent Andrés Estellés— Antoni Miró es especialmente querido en Italia, pues el Museo de Sassoferrato no sólo posee ya obras de nuestro pintor, sino que además dedicó un homenaje al grupo «Denunzia», del que Miró es miembro fundador. Entre los muchos galardones que ha obtenido en ese país, cabe destacar el nombramiento de académico de Italia con Medalla de Oro, por la Academia de las Artes, las Letras y la Ciencia.

Esto representa la actividad de este año. Pero Antoni Miró lleva esta actividad desde hace años y fuera es un artista muy apreciado.

Este Delantal pretendía felicitar a nuestro pintor, pero no se trata sólo de felicitar, sino también de empezar a ver claro en algunos aspectos de nuestra cultura. Porque en el País Valenciano, con unos dirigentes que, si las elecciones no lo cambian, odian a muerte el propio país y sus defensores, y con nuestra nación troceada y casi incomunicada, los valores más importantes se pierden irremisiblemente. Por ello Antoni Miró ha tenido que dirigir su vida profesional a otros terrenos no tan inclementes, donde no sólo no la amenazan y le pintan insultos en la fachada de su casa, sino que la quieren y le premian.

Contra los que creen que «provincianismo» significa valorar las cosas de casa, nosotros creemos que el provincianismo es no ver lo que hay delante de las narices y maravillarse de los valores lejanos. Aunque Madrid no sea tan lejano como Bangkok...