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Represión

Ernest Contreras

No me digáis la palabra, esa desgraciada palabra. ¿Y si fuera -pensadlo bien- sólo una palabra? Porque si fuera sólo una palabra, podríamos, cualquier mañana luminosa, borrarla para siempre, hacer desaparecer, con nuestras manos bien trabajadas por la tarea de levantar la libertad, todas sus grises letras y sus grises ecos –gris azulado, gris olivo, gris pardo, gris negro, gris gris–, quitar de los papeles sus resonancias de disparos y tormentos, de fusiles y estacas, de huesos y corazones y cabezas rotas, agujereados, aplastados, podríamos alejar de la añeja memoria su ruido de pólvora, órdenes y registros.

No me digáis la palabra, os ruego. Porque si otra vez golpea el aire de la calle y llega hasta nosotros, si fuera falso que es sólo una palabra, ¿en qué lugar de la tierra sepultaríamos, hermanos, la libertad que tanto, tanto amábamos?