Antoni Miró: Libertad y solidaridad
Ernest Contreras
Cualquier intento por definir las líneas básicas de la poética de Antoni Miró, las claves de su trayectoria artística, conduce, de forma invariable, al planteamiento de determinadas cuestiones morales, de determinados comportamientos sociales -incluida, por supuesto, la política-. Porque el camino de las definiciones, por muy esforzadamente que queramos mantenernos en el más aséptico de los ámbitos estéticos, atravesará conceptos tales como libertad, fidelidad, solidaridad y, por supuesto, algunos otros igualmente problemáticos e igualmente próximos a la actual situación social -y cultural- española.
No se trata solamente, en este caso, de esas referencias externas que se encuentran inevitablemente en toda operación artística, sino, de manera primordial, de los supuestos mismos operativos sobre los que Antoni Miró va edificando su trayectoria artística. Cuando, en relación con su obra, se menciona la palabra libertad, por supuesto que no eludimos la referencia a una aspiración social y hasta a la fisonomía dramática que tal aspiración adquiere en nuestra sociedad, pero fundamentalmente intentamos mencionar la personal vivencia artística de Antoni Miró, su radical negativa a ceder la mínima parte de su propia libertad ante el hecho creador. (En la práctica, esta libertad personal, que autentifica su proyección social, se manifiesta en la constante búsqueda de nuevos medios expresivos, en la invención o en el ensayo de distintas formulaciones estéticas.) En igual sentido habría que expresarse ante cualquiera otro de los conceptos sorprendidos durante el análisis de la trayectoria. Por ejemplo: solidaridad.
La obra de Antoni Miró se sostiene sobre estos dos puntos claves: libertad y solidaridad. Pero la solidaridad no tiene carácter alguno de contrapeso en relación con la libertad. Por el contrario, viene a enriquecerla, porque permite situar, en la pública luz de la cultura, y al servicio del pueblo, las íntimas conquistas de la creación.