Antoni Miró, con aquellos vientos entre las manos
Rodolfo Torres
I
Santa Lucía, a partir de una numerosa colectividad española residente, tiene una particular afinidad con su cultura y en particular con su danza. Ya en la década de los 60 surgieron escuelas con sus asiduos y correspondientes festivales, dentro de los cuales era común la presencia de colectividades procedentes de Montevideo y de otras partes del país. Las salas se llenaban y eran habituales largas colas para procurar entradas para presenciar esos festivales que, en semanas previas, ya eran vividos con el trabajo de costureras preparando trajes y vestidos, de zapateros adecuando calzados como así también las reservas de turnos en las peluquerías... fácil es intuir de que en un pueblo no muy grande como Santa Lucía era muy difícil no estar involucrado de una u otra manera, ya sea desde la familiaridad, la vecindad o la simple admiración por ese arte.
En los cines 18 de julio y Palace, reiteradamente, exhibían películas españolas que concitaban gran interés del público santalucense... comedias, dramas, aventuras y musicales y, desde allí, sus artistas se fueron transformando en ídolos a seguir... entre ellos ANTONIO GADES. Desde sus primeras películas y hasta las que realizó con Carlos Saura, fueron disfrutadas y admiradas por sus seguidores... estas últimas fueron coincidiendo con la agonía y el posterior cierre de los cines y el advenimiento de la larga noche cívico-militar y desde allí... todo comenzó a tener una cierta afinidad con aquellos lectores del libro Farenheit 451, de Ray Bradbury, que mediante la memoria se mimetizaban en libros para así salvar bibliotecas fundamentales de la barbarie y el olvido, en este caso memorizar aquel cine, sus artistas y sus contenidos como parte de una paradójica cinemateca oral que dura aún hasta nuestros tiempos.
II
El tiempo pasó llevándose lo bueno y lo malo, incluido festivales, escuelas de danzas, vecinos, buenas ideas y deseos... (aunque todavía hay colgajos de historias inconclusas que lastiman en el presente)... pero en el hoy, sin vueltas ni dobladillos, existe lo que trasciende y sobrevuela al tiempo y sus mortajas de olvido y que, de una forma u otra, cobran significación en otros para ser siempre vital presente tal como GADES.
ANTONI, desde su amistad y su afecto, resignifica a ese bailarín trashumante en el tiempo mediante el recuerdo homenaje, nuevas generaciones ingresan al espacio GADES. Nuestra comarca... en tendales cada vez más largos y anchos, lo reencontró a pesar de tiempos y olvidos en el arte de ANTONI, recostados ambos en Miguel Hernández y su poesía.
El arte mayor de ANTONI no es solo el que nos entregan sus piezas tangibles, veraces, puntuales... sino que también es lo atmosférico e intangible devenido en solidaridad y compromiso con aquellos que no acceden habitualmente a la cultura y el arte, que si bien son un derecho de todos, ANTONI, por encima de consignas y discursos, HACE que lo suyo sea “de todos desde el mismo todo” y eso claramente lo singulariza y engrandece...
III
Hace ya doce años que su SER en muestras transita por nuestra comarca donde muchos miles de visitantes a esos montajes informales, de poca logística como se dice por ahora, lo avalan, la gran mayoría escolares y estudiantes secundarios, jubilados, obreros y trabajadores rurales acceden a ellas, lo que sin duda nos permite asegurar que ANTONI es lo que hace y no lo que dice hacer... o sea... ÉL... es lo que comparte y siempre es y será una novedad renovada y enriquecedora su estar entre nosotros.
IV
Desde aquella colectividad española y sus acciones de los sesenta, pasando por el Palace y el 18 de julio, por la dictadura cada día más cívica que militar, por Saura, por la emigración forzada y no de vecinos y buenas ideas, por los olvidos y las muertes... la danza de GADES vive cada día de la mano y el compromiso de hacedores como ANTONI, que ve en el tiempo solo tiempo. GADES, igualmente, ES lo que hizo y lo que seguirá haciendo desde las diferentes resignificaciones multiculturales que lo aborden y, en este caso, a través de su amigo y compañero ANTONI MIRÓ, quien nos trajo SUS vientos entre las manos.