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Viento del pueblo, Antoni Miró

David Rico

Antoni Miró ofrece al público una serie de veinticuatro obras gráficas digitales sobre lienzo y papel a modo de obsequio especial hacia el gran artista y amigo desaparecido, Antonio Gades, utilizando para ello numerosas imágenes del bailarín así como las palabras de un conocido poema (que da nombre a la misma exposición) del literato oriolano Miguel Hernández.

Se convierte de nuevo en un transgresor cultural, que cruza los confines de las artes, de los soportes y los medios, de las funciones meramente estéticas del objeto artístico. Para ello se mueve entre fronteras con el descaro y la frescura de quien se sabe libre para pensar, y a su vez, libre para proclamarlo al viento. Hace de su particular reconocimiento una relación a tres bandas, donde su mensaje, entroncado en la fuerza y el dinamismo visual y lingüístico de la tríada artística, acaba convirtiéndose en universal.

Toma con delicada licencia la palabra del poeta y la hace bailar en sus lienzos. Bailar y sonar, sí, pues en la mente del espectador resuenan contundentes las palabras de cada verso y su significado profundo, mientras el ritmo de colores y formas, las imágenes del bailarín reinterpretadas por el artista se funden en un todo que penetra por nuestros ojos y nos golpea el alma, apelando a un pathos instantáneo que no deja indiferente. Nada es casual o anecdótico en esta serie. Nada es gratuito, todo es pura conciencia.

Del baile de Gades, hecho arte por sí mismo, utiliza fragmentos de imágenes, potentísimas instantáneas gestuales, miradas que todo lo narran, acompañadas del dulce sonido de las palabras versadas. Palabras que también reclaman la atención, que gritan al alma del espectador, a sus entrañas ideológicas, exhortándolo hacia la reflexión. La elección de la imagen del bailarín, de forma individual o repetida, o el detalle escogido puesto en primer plano es una opción artística meditada en profundidad. El observador ha de despertar de su letargo, ha de vibrar con el dinamismo del baile, con la fuerza de la postura, con la pincelada generosa. Ha de hilvanar la metáfora poética con el hilo del verso que da nombre a cada obra, sobre telas de colores que se mezclan y se superponen, que separan y configuran el espacio pictórico. De aquí la importancia de este reconocimiento hacia el maestro Antonio Gades, pues hace confluir de forma virtuosa el sentir de tres personas diferentes acerca de ideas, inquietudes y propuestas vitales similares ajenas al paso del tiempo. Reivindicaciones hechas con auténticas armas de convicción masiva como la pluma, el pincel o el cuerpo para que el espectador no tenga otra opción más que ver, leer y escuchar la obra y quede herido en el pensamiento.

Miró alza la voz de su pincel, de su mente, de su genio creativo para denunciar, sin sonido alguno, la realidad que lo envuelve, sus inquietudes y problemas, el sentir de la gente, el de la sociedad de su momento. A su vez, comparte el mensaje de poeta y bailarín para hacerlo uno, que resulta más rotundo. Es su pintura un arte combatiente que denuncia a través del color y la forma, de la palabra en el poderoso verso, y que utiliza a Gades en su giro, su posición, su gesto y su mirada, en sus siluetas e imágenes, en una suerte de “arte total” que lo acoge y lo llama, que lo abraza entre colores meciéndolo entre pinceladas. Son pinturas que claman contra la injusticia, contra la opresión, por la libertad del individuo y, por ende, del pueblo. No de uno en concreto, sino de todos los pueblos del mundo.

No es este sólo un homenaje a una persona, a un artista, a un genio indomable, a un carácter especialísimo. Es un homenaje a la poesía, a la danza, por supuesto a la pintura, pero sobretodo y en definitiva al arte. Un homenaje propuesto por Antoni Miró desde su inquebrantable honradez, coherencia y fidelidad hacia sí mismo y hacia los que le rodearon en algún momento. Desde la más sincera amistad y el sentimiento más profundo. Desde el respeto y el recuerdo, así como el reconocimiento hacia su profesión y su arte. Un homenaje a la libertad, a la amistad universalmente entendida.