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El bandolero

Vicent Andrés Estellés

Pienso en ti, volcánico bandolero

de la ardiendo anatomía.

De los bandoleros se saca el carbón

para el invierno.

 

Pienso tus soledades,

pienso tu sentimiento invicto.

Se arrodilla mi sílaba

delante de ti.

 

Compañero solitario compañero

que perpetuabas la guerra

continuándola por tu cuenta.

Por ti, por ti.

 

Para ti estos versos chamuscados.

Para ti este leño del himno.

Para ti la oxidada hoz

o la escopeta.

 

Para ti el invierno, para ti el verano.

Para ti el año, el mes, la semana.

Acurrucado en la piedra espero

sólo el día.

 

Tú más solo que la soledad,

más cruel que la crueldad,

incendiario portentoso.

Tú, sólo tú.

 

Arrebatas los muros del templo

y el establecimiento de las leyes.

Implantes el geranio, la rosa.

Cándido para siempre.

 

A ti te canto, sólo a ti.

A ti el himno chorreando

de una benigna sangre propicia.

Por ti, por ti.

 

Porque proclamas del individuo

plantado como un algarrobo

y proclamas insolidario

sangre y más sangre.

 

Porque has perdido todas las guerras

y finalmente las has ganado.

Para ti el cetro y la corona.

Sólo para ti.

 

Porque no pides limosna

y no esperas ramo de laurel

ni nunca tampoco llevas las medallas

que la gente acostumbra.

 

Porque eres tú siempre y siempre tú.

Porque vas al lado de los pobres.

Siempre te tiene aquel que te necesita.

Por ti, por ti.

 

Para ti, bandolero, siempre tú.

Por este fuego que has encendido ahora.

Por el latido furibundo del corazón.

Siempre al acecho.

 

Siempre al acecho, siempre acosando

las claras horas combativas,

el tiro directo, la hoz,

metales preclaros.

 

Por ti, por la polvorienta barba.

Por las regiones apareces,

la compañía del caballo,

del fuego humilde.

 

Por tu hacha invicta.

Porque debe caer mucha sangre,

sangre y más sangre y más por los espejos,

mapas de sangre.

 

Mapas de sangre sobre el polvo.

Resplandor fugaz de un incendio.

Los grandes dientes del bandolero se ríen.

Más sangre, más sangre.

 

Sangre y más sangre. Horas de sangre.

Cogido por los pelos levantas

la cabeza del vil asesinato,

y siempre te ríes.

 

Oficias las ceremonias

de lenta sangre rudimentaria.

El cáliz lleno de sangre lo levantas,

después lo tiras.

 

Lágrima larga de Al-Azrak

La luna fría, solitaria

Crece el barranco como una lágrima

Sube del sexo.

 

Miraba la región el lugar

Lloraba su derrota

Como un hombre de pie callado

Ve la derrota.

 

Mira los caballos mira los soldados

Se mira las ilusiones

Más secreto su hondo amor

Aguas que suenan.