A Antoni Miró
Vicent Andrés Estellés
«Cuando el mal viene de Almansa...» fue una exposición, magna, que presentó el Ayuntamiento de Alcoy. Aunque conserve, nítida, la impresión, «efectos» que me causó, de grandiosidad, de buen trabajo, de trabajo, firme, al verla, aquel atardecer, en Alcoy. Recuerdo la exposición con el dramatismo delante de aquella figura carcomida por el abandono; como recuerdo, igualmente, a mi muy admirado amigo y compañero Antoni Miró, un poco como encogido dentro aquel «templo». El alcalde de Alcoy, Josep Sanus, estaba presente, y daba un aire de «fiesta», de «fiesta» en el acto; después vino la noche, los días y las noches; y siempre he pensado en ese conjunto de trabajos fastuosos que, fundamentados en diversas variantes sobre el cuadro de Las lanzas, de Velázquez, vale por un «oratorio», en carne viva, de todo lo que significó la derrota de Almansa, el decreto de Nueva Planta, las iniquidades «centralistas» que han seguido y siguen ... Toni Miró emprendió la obra, ambiciosa, con conocimiento de un arte y unos medios; se cerró, bajo llave, en su masía y trabajó, como un loco, días y días; después retornó, como alucinado aún, a la vida de cada día. Ahora, en Alcoy, él se miraba la obra hecha, amorosamente -«la obra hecha... la mala puta». Otras personas han hecho, con más conocimiento de la materia que no yo, el elogio puntual y preciso de Antoni Miró: yo sólo quiero dejar, a su puerta, como quien deja una piedra, una «señal», mi vieja admiración por Antoni Miró, un gran valenciano, combativo, combatiente, de las primeras horas, que vive y trabaja, lucha, ejerce, en Alcoy, donde todavía se conserva la casa donde se reunió la I Internacional.