La épica del antihéroe
Homero, en sus cantos épicos de la Ilíada y la Odisea, consagra las figuras de los héroes Paris, Héctor, Ajax o Ulises, y la tradición cultural y literaria los instrumentaliza para elevarlos a categoría referencial, ya desde la época clásica, y consentidos como los grandes poemas de la Antigua Grecia. El comportamiento de los héroes es ejemplar, y su valor podría establecerse en los principios de una real y duradera cosmogonía. El héroe alcanza los beneficios de la gloria por el portento de sus actos, por el valor demostrado en el campo de batalla, y por la nobleza de su carácter y sentimientos. Tanto como por la defensa a ultranza de los intereses de su pueblo, así como de sus secretos particulares.
En la pintura, incluso en todo el trabajo creativo del artista Antoni Miró, se produce una inversión, o una especie de antilogía, de las categorías comprendidas en los cantos del gran poeta Homero. El personaje del antihéroe aparece con toda su fuerza expresiva, y ya no se reviste con las galas del triunfo o de la gloria para parecerse a los dioses. Ahora se trata de dar visibilidad al héroe anónimo, toda vez que incluirlo en las leyendas de la existencia. Los “pobres”, los ulcerados, los perseguidos, los silenciados, los condenados y los olvidados de las sociedades alienadas, después de tanto hedonismo inmisericorde, cobran vida, y resurgen en la geografía inmensa de la obra del pintor. El antihéroe es ejemplar desde su grito silente cuando habita las telas de un cuadro de Antoni Miró. La ironía se retuerce para ilustrar que la fantasía de una historia no está reñida con la defensa de la legítima humanidad. Los antihéroes son ellos, son los nuestros, son los soldados de un combate que se libra, todos los días, todavía en estos momentos, en cada rincón del mundo.
Los cantos épicos homéricos rezuman glorias y pasiones. Los cuadros de Antoni Miró, las propuestas de tantas series también, ya consideradas ideales de referencia, emergen con la fuerza devastadora de la evidencia, y nos proponen hurgar en la esencia misma de la condición humana. Es un reto, pero también una posibilidad para seguir creciendo.
Josep Sou