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La música y Antoni Miró. Un refuerzo sensorial.

No sólo la metáfora del sonido de los pinceles rasgando la superficie territorial del cuadro, no. El Sopalmo: la casa, el paraíso, el museo, el ágora, la ciudad de los encuentros, y tantas cosas más, es un vislumbre de música clásica, de tenaz presencia y de complicidades sin término. El pintor, el artista, el creativo, escucha las músicas que se enhebran en la atmósfera de su estudio, y que le genera la cobertura ideal para dibujar mundos sin anclajes.

Y están, cómo no, las voces particulares que se corresponden con su fidelidad absoluta a la causa de sus querencias: Ovidi Montllor, María del Mar Bonet, Lluís Llach, Feliu Ventura, Raimon...la lengua, los deseos, la memoria, el largo aprendizaje de toda la vida, el orgullo de pertenencia.

Y así, los días con sus noches, desde la hondura del pensamiento, hacia la conquista del bien del trabajo sin descanso, aunque con el apremio considerable de la voluntad.

Josep Sou

Senzillament l’Ovidi, 2006. (Acrílico y metal s/lienzo 81x81x4) Antoni Miro