Antoni Miró: de Gades a Sol Picó.
La danza. Las manos que rompen el difícil equilibrio del aire cuando reposa suspendido sobre el escenario. Los impulsos que describen la esencia misma de las emociones. Y la mirada atravesando la luz en llamas, porque en la mirada se balancean los deseos hechos de la ropa del amor por el arte. Todo dice. Todo expresa. Cuando Antonio Gades se retuerce construyendo arcos de misterio con el torso sudoroso, Sol Picó hunde los pies en las mismas raíces de un poderoso cactus salvaje, o vuela incorporada sobre la metamorfosis felina de su pasión. Porque de pasiones cuentan, por encima de todas las cosas, las historias conformadas con el espíritu de la comunicación artística.
Y Antoni Miró está presente, para capturar el sentido último del movimiento, con sus pinceles, con su obra, con su especial mirada sobre los ejes de la representación, hermanando talentos, redimensionando el espacio, ahuecando la distancia entre el gesto y la fuerza de su pintura. Las experiencias se cruzan, y nos aportan la nueva danza de los colores remotos para parecerse, todavía más, al sueño.
Josep Sou