Psicoanàlisi de la pintura
Esta obra explica una de las claves de la serie “Pinteu Pintura”, de la que forma parte. Romá de la Calle se refirió a la extraña obsesión que caracterizaba esta fase del trabajo de Antoni Miró. Lo hizo en un texto que se publicó en un volumen datado ese mismo año y editado por Canigó. Se refirió en él a la propiedad autorreferencial del lenguaje, al uso irónico del repertorio de imágenes que brindan los mass media y también la historia del arte, a la intertextualidad y a una doble toma de conciencia: la de la realidad circundante y la de la pintura misma.
Es claro que generalmente esa toma de conciencia deviene de una operativa combinatoria y reflexiva sobre el conjunto de elementos que se toman en consideración. Pero no solo es así. Es inevitable reconocer también la capacidad que poseen el azar y las pulsiones expresivas del artista en la generación pictórica. De algún modo, esta es la cuestión que se plantea en este cuadro.
Este retrato de Freud se complementa principalmente con dos elementos que se refieren a ella. Por un lado, se encuentra simbolizada la serie que ocupó al artista durante la década de los ochenta. Aparece la portada del libro mencionado más arriba, con el añadido del título Pinteu Pintura. Esta incorporaba una reproducción del cuadro Sant Pau Fumata (1981-82), en la que se representaba el rostro del santo de Tarso tal y como fue pintado por Ribera junto a un tubo de pintura acrílica que así lo atestiguaba. Como tantas veces, el referente canónico se conjugaba metafóricamente con otros elementos de uso común. La pintura de Ribera se designaba así por partida doble.
Por otro lado, se introduce lo que podría denominarse un collage cubista rectificado y figurativo. Los fragmentos pintados, sean estos papeles, cartones o partituras, adoptan formas bastante regulares y remiten en cuanto su aspecto a un elefante. Este animal se ha asociado en ocasiones con el ello en la teoría psicoanalítica, con el espacio de las pulsiones viscerales y el deseo. Ya hemos indicado que el tema de la obra se refiere a las posibilidades de la expresión impulsiva. Sin embargo, además de destacar la funcionalidad de esta vertiente intuitiva e irracional del artista en cuanto sujeto agente creador, ha de recordarse el uso que hizo Lacan de la palabra elefante para explicar los convencionalismos del lenguaje en lo que tiene que ver con la remisión a realidades.
De este modo, parece que el artista asume los postulados freudianos y explica que lo que venía haciendo por entonces con su trabajo no era ajeno a la acción de hacer patente una apreciación proveniente de su interior más profundo. Lo hace insistiendo en la indiferenciación entre el tema que aborda y el medio disciplinar que utiliza para ello. La pintura no es solo un vehículo de expresión, representación o reflexión, sino que puede convertirse en objeto de estas tres operaciones.
La composición de esta obra de gran formato, que es a su vez, tanto formal como intencionalmente, un claro antecedente de la futura serie “Personatges”, está basada en la organización diagonal. Sobre un lienzo de proporción cuadrada se disponen los tres elementos principales (la portada, el rostro y el collage) a lo largo de la dirección oblicua que marcan las patillas de las gafas del padre del psicoanálisis, que no es otra más que la de su mirada. Esa inclinación se resalta, además, con una franja multicolor paralela que contrasta con el blanco y negro del retrato sobre el que se dispone y que media entre los otros dos componentes destacados por su cromatismo.
Santiago Pastor Vila