Món de bacon
Es conocido el hecho de que en la serie “Pinteu Pintura” Antoni Miró toma los referentes de la historia del arte como motivo activador de sus reformulaciones, sean estas de carácter crítico-político o constitutivas de un homenaje a un maestro de la disciplina pictórica. Se traen a colación por su parte obras, esto es, pinturas, aunque también pintores. Estos últimos se retratan, y sus creaciones se articulan junto a ellos, configurando conjuntamente un mundo, el del artista al que Antoni Miró se refiere.
El de Bacon se caracteriza en buena parte por el dinamismo del dolor. El aspecto convulso de sus personajes y la cruda corporeidad con que se presentan son muestras evidentes de ello. El fragmento que se incluye en esta composición es el panel izquierdo del último de sus trípticos negros, pintado en 1974 y motivado por el suicidio de su amante en un hotel de París tres años antes.
Así, en esta obra se connota el universo de Bacon a través de su pintura en una triple designación. En primer lugar consta la recreación de una de sus obras, una parte del tríptico mencionado que adopta la forma de un plano que ocupa también una franja situada en la parte lateral izquierda. Esta presenta distintas infidelidades respecto a la original, más allá del cambio de escala, como son las variaciones de color del mar y del cielo. En segundo lugar, se presenta un añadido irónico sobre la misma en virtud del cual se remite a la pintura de Bacon, nombrando así un tubo de pintura acrílica, color rojo Rubens. Estos dos elementos, junto con varios tubos de pintura usados, son los tres significantes que conducen al trabajo del artista irlandés. De hecho son, en cierto modo, elementos que se pueden relacionar con la materia primera, el proceso creativo y el resultado de este.
Pero también, de forma explícita, aparece la propia imagen del rostro del pintor, mediante un retrato que es capaz de evocar algunos rasgos de su personalidad. Está pintado de forma monocroma, en tonalidad ocre oscura sobre negro, excepto en lo que afecta a los ojos, que se destacan en blanco. Se invierte así en él la combinación cromática entre el fondo y la figura que se corresponde con la sombrilla negra que se dispone sobre la playa en el cuadro representado. Se posiciona el semblante en el centro del lienzo, ocupando una parte muy importante del mismo. Surge tras la reproducción de su obra y sobre los envases usados, destacando al protagonista como el agente que anima precisamente ese tránsito entre los medios y el fin.
Santiago Pastor Vila