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Palestineta

La extraordinaria duración del conflicto palestino-israelí lo aleja del carácter coyuntural. Varias generaciones llevan toda su vida en el marco de esa realidad. En el año del inicio de la primavera árabe, el norte de la franja de Gaza fue objeto de un nuevo y severo ataque israelí. Por extraño que parezca, afortunadamente ese escenario de destrucción puede, sin embargo, ser compatible con la ilusión, como demuestra esta niña que se entrega a la lectura, en un proceso que mezcla altas dosis de voluntad de evasión con ansias de saber.

Un no a la guerra escrito sobre una fachada del fondo se complementa con el sí a la formación y la cultura que simboliza la joven lectora. El resto de la imagen se constituye en un fondo compuesto de los restos de una ciudad destruida. Bajo un cielo azul intenso, yace una vivienda destrozada. El coche azul y los sillones rojos son la muestra de la vida anterior que se ha hecho desaparecer. Como el pilar demolido en el que se apoya la niña, todo lo útil y sólido termina por convertirse en ineficaz y demuestra ser, en realidad, sumamente frágil frente a la barbarie.

La enorme dificultad que supone devolver este estado de cosas a un punto aceptable solo puede abordarse con el mejor equipamiento, que es el proporcionado por la educación. En esa dialéctica se mueve esta obra de Antoni Miró, que establece, además, una diferenciación de tipo lingüístico en lo que afecta al grado de fidelidad a la realidad. El alto nivel de detalle con el que se trabaja la figura principal va diluyéndose a su alrededor y a medida que se avanza hacia el fondo.

Esa distinción no hace sino reforzar la idea principal: el contraste entre el hiperrealismo con el que se pinta a la niña, protagonista excepcional para nosotros, aun pasando inadvertida con toda seguridad en su entorno, y el tratamiento de la representación del suelo sobre el que se sienta, inciden en destacar esta figura que ocupa el primer plano sobre el resto.

El artista denuncia con su pintura la opresión del pueblo palestino, y lo hace, al tiempo, depositando confianza en quienes serán las mujeres y los hombres del futuro. Este cuadro adquiere la cualidad de un “espejo reflectante”, como aquel al que se refería De Santi en los setenta: un instrumento que nos hace llegar el “motivo obsesivo y reiterado de la violencia”. Pero, ahora, al contrario que cuatro décadas antes, incorpora en este caso también un viso de esperanza. Hace esto último “apelando a la conmoción y el impacto afectivo” que puede generar en el espectador, clave propia del movere, una de las históricas funciones del arte que, a juicio de Romà de la Calle, busca desempeñar Antoni Miró.

Santiago Pastor Vila

PALESTINETA, 2011 / Gaza Nord (Acrílic / llenç, 81 × 116)Serie: Sense TítolAntoni Miro