Burka políptic
A lo largo de la primera década del siglo XXI, la producción de Antoni Miró se encuadra en la serie “Sense Títol”. El artista aborda en ella varias temáticas, todas ellas de índole, además, muy diversa, como son la pobreza, la inmigración, la guerra, la memoria o los museos. No obstante lo anterior, se comparte por todas estas aproximaciones el hecho de constituirse como imágenes genéricas. Así, forman un conjunto de visiones sobre la compleja realidad contemporánea que no extrañan al espectador, a pesar de su crudeza, en muchas ocasiones porque es innegable que una cierta familiaridad se ha convertido en una característica de los terribles y acuciantes problemas del presente.
El enorme grado de sometimiento y anulación de la personalidad que sufren las mujeres afganas conlleva la negación indiferenciada de su aspecto mediante el uso obligado del burka. El integrismo islámico entra en contradicción con los usos democráticos occidentales; y el choque entre civilizaciones se hace patente de forma inevitable en nuestro entorno a causa de los flujos migratorios. En 2009, de hecho, fue muy polémica la negativa de una testigo a declarar ante la Audiencia Nacional en un juicio descubriendo su rostro. Por entonces, se estaba redactando, además, una ley de libertad religiosa con la que se pretendía regular este tipo de situaciones. Más que de naturaleza étnica o religiosa, el burka podía llegar a ser, en casos como este, un dispositivo de afirmación política. La similitud entre los vocablos políptico y político es, sin lugar a dudas, el fundamento irónico del título escogido para la obra.
Antoni Miró hace aquí un guiño a una de las estrategias compositivas de Warhol. La representación repetitiva en una obra de los mismos retratos de algunos iconos pop incorporando como único factor diferencial entre ellos el tratamiento cromático, se elabora en este caso partiendo de una imagen contradictoria en su cualidad de retrato, por aquello de negar la representación de la apariencia del rostro femenino. El artista ha utilizado un motivo envuelto de polémica y lo ha modificado en sus tonalidades de forma drástica, generando una diversidad artificial.
Así, el azul violáceo de la prenda original se ha tornado, por ejemplo, en rojo intenso, verde o dorado... Algo similar ha pasado con los fondos, que van de un azul celeste a un negro plano pasando por varios registros de la gama de los marrones. Una vez creado ese nuevo repertorio, se reúnen en un mosaico las diferentes efigies, componiendo un conjunto vibrante que se conjuga con la dura presencia de la imagen de partida.
Santiago Pastor Vila