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La caja mágica

Sol Ferri

La pintura, la escultura, las instalaciones… todo lo que forma parte de aquello que llamamos arte posee algo que nos aleja de la rutina diaria, nos transmite algo que nos mueve el espíritu, que nos lo expande. Es por eso que se podría pensar que el arte forma parte de cierto tipo de magia cotidiana. De esa magia que nos envuelve cada día de nuestras vidas y que tan sólo unos pocos son capaces de ver y de disfrutar. A mí me gustaría mucho poder darme cuenta de todas las cosas mágicas que con tanta certeza sé que están pasando en este preciso instante. Por eso hoy he pensado en Antoni Miró como un mago.

Este mago tiene una caja donde guarda todas las realidades, todas las mentiras, todo lo que va ocurriendo en la historia en la que vive. Todo un mundo dentro de una caja. Un universo propio donde se acumulan las imágenes, los iconos, las bicicletas de mil formas, las sugerentes y desnudas mujeres, las palas excavadoras, la naturaleza, el hombre como parte de esa naturaleza... De vez en cuando, esa caja se abre y Antoni saca una imagen; se la mira, se la remira, piensa un poco y la transforma en un cuadro: ha hecho magia.

Este pintor crea magia porque sus obras nos hablan, están vivas. Sus cuadros son ventanas abiertas a las cuales asomarse y contemplar la vida. De hecho, el arte —la pintura— es el medio de comunicación que utiliza Antoni Miró, con el que mejor se expresa y con el que más cómodo se siente. La lengua que hablan sus imágenes es universal, es una lengua que entiende todo el mundo, no hace falta estudiarla, sólo es necesario contemplarla; algunos la llaman poesía visual, otros realismo social o, hasta incluso, arte de denuncia.

Es cierto, lo que hace es transmitirnos un mensaje de denuncia. Hace el papel de transmisor comunicativo y de vigilante de la actualidad. A sus ojos nada se les escapa, no se les puede engañar. Antoni quita las caretas que nos esconden la verdad, los disfraces y los envoltorios con los cuales muchas veces se nos quiere vender la realidad. Utiliza sus armas: el humor y la ironía para transformar la visión permitida, para mover de su lugar y de su orden los elementos y los objetos más cotidianos y insertarlos dentro de una nueva ubicación, un nuevo contexto que les da la verdadera significación.

Miró es rebelde y su rebelión pasa por romper todos los órdenes preestablecidos, por querer vivir como quiere, ver como quiere y sobretodo ser como quiere. El mago es un artista comprometido que hace un arte comprometido que va ligado a una forma de ser y de vivir comprometida y totalmente honesta con todo lo que le rodea.

Además, sus cuadros y sus esculturas nos acarician los sentimientos, nos exaltan las ideas y nos placen la vista, porque si es bien cierto que Antoni no cree en ningún arte libre de ética, de contenido o de intención, tampoco cree en el arte libre de estética, de forma o de belleza. La otra faceta, a parte de la comunicativa, es la faceta artesanal, la que domina la técnica figurativa del dibujo, la vibrante gama cromática de los colores, la audacia de la composición impactante.

Sus pinturas se acercan a la realidad fotográfica, los colores y la composición están vivos. Y es que se trata de un arte muy vivo hecho por una persona que vive con todas las consecuencias, que bebe la vida y la traslada al lienzo para transmitimos su mensaje, aquel que nos dice que tenemos que estar alerta, que nos fijemos en nuestro entorno, en la gente que nos rodea, en lo que está ocurriendo.

El arte de Antoni Miró tiene un estilo propio reconocible en cualquier lugar y en cualquier momento. En el viaje que supone la investigación artística, y dentro de las diferentes etapas por las cuales ha pasado, el artista ha conservado su estilo y su personalidad, hecho que revela la posesión de una gran coherencia dentro de una línea evolutiva constante.

Miró nos dice que nos despertemos, que miremos y, sobretodo, nos invita a pensar, a dialogar con sus obras y a divertirnos, en definitiva, nos invita a la vida. Una vida dentro de un mundo que gira de prisa, demasiado racional y demasiado triste en ocasiones. Trabajamos, comemos, corremos, nos estresamos y nos deprimimos, no tenemos tiempo de disfrutar, de vivir. La magia que crea Antoni Miró consiste precisamente en que su arte nos ofrece ese tiempo para parar la acelerada rueda de la vida. Tiempo para mirar, para pensar y para vivir.

LA CAIXA MÀGICA

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