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Contracorriente

Paula Lajara

Hoy en día pintar; aunque el hecho pueda parecer paradójico, no quiere decir necesariamente utilizar la pintura, sino hacer visible un mundo interior inspirado en la realidad y consecuentemente traducido, o directamente inventado y nacido de lo profundo de la personalidad o que aspira sencillamente a revelar aspectos de la realidad
Jean-Jacques Léve.

El artista no plasma exactamente lo que observa con sus ojos, sino lo que le impacta y recuerda de un determinado suceso. Se trata de una manifestación intelectual. No imita y copia lo que ve sino que lo transcribe mediante elementos filtrados por la mente y por la sensibilidad, a medida que cada uno de ellos se hace necesario.

En la actualidad se manifiesta con especial ímpetu lo que podríamos denominar movimiento underground, integrado por una serie de culturas urbanas y de vanguardias suburbanas, surgido como respuesta y consecuencia de las corrientes filosóficas, culturales y políticas que parecen invadir, iluminar y confundir el final de nuestro siglo.

El fin de un milenio en el que hemos aceptado el hecho de pertenecer a una sociedad de masas que voluntariamente acepta ser dirigida, en lo que a gustos se refiere y sufrir las selecciones que nos imponen desde el poder, tanto económico como político, a través de la publicidad y de la propaganda.

Consecuencia de todo esto es el hecho de que nos encontremos en un momento artístico tan variado, ya que los estímulos que nuestros artistas reciben también lo son. Por todo ello hacemos propias y consideramos vigentes las palabras de Pierre Reverdy, al decir: “el arte hoy ha cambiado sus medios porque apunta a otros objetivos... Ha cambiado de orientación porque sus finalidades son distintas. Su profunda motivación no corresponde ya a la participación paulatinamente creciente con la realidad contemporánea...” Nadie puede escapar de los estímulos que parecen

Allí, desnudos de la forma humana

allí, los lazos terrenales rotos.

bombardearnos continuamente y mucho menos los artistas, cuya sensibilidad exquisita se impregna de todos ellos, transformándolos en arte. Las obras actuales exhiben con gallardía, casi con descaro, el atrevimiento de aquello que nuestros propios ojos, a fuerza de acostumbrarse, harán bello. En realidad y bajo la capa de lo supermoderno, late en su concepción una oculta hermosura que se niega a mostrarse de golpe y que debe descubrirse y asimilarse poco a poco, hasta llegar a la comprensión total de su maravilla sensual. Pero en ocasiones, entre las manifestaciones artísticas actuales, son muchas las que tienden a imitar las formas impuestas por la técnica y la ciencia, como si la antorcha de lo que llamamos creación artística hubiera pasado a otras manos.

Independientemente de las modas impuestas por el mundo moderno, las vanguardias urbanas y lo que el movimiento underground representa, nos encontramos con un pintor autodidacta que ha sabido mantenerse y triunfar con una trayectoria artística coherente en la que la máxima preocupación que ha invadido y recorrido sus creaciones, ha sido la crítica social a todo aquello que considera injusto y denigrante para el hombre.

Racismo, guerras, violencia, corrupción, pobreza, hambre... Obras que constituyen cuantitativa y cualitativamente el núcleo esencial de su labor, que inauguran un lenguaje y contribuyen decisivamente a sembrar una nueva sensibilidad.

Antoni Miró es un testigo de la vida, al que no se puede considerar como un mero narrador, ya que va más allá. Pretende comunicarse con sus obras. Intenta, a través de ellas, iniciar un diálogo con el espectador en el que vaya tomando conciencia social de cuanto le rodea. Una conciencia social que entronca directamente con la esencia de la cultura underground ante la que se siente próximo, mediante manifestaciones concretas; como la utilización de materiales reciclados para la creación de su postrera obra, en la que su preocupación por el medio ambiente cobra un papel protagonista.

Conocedor de la tendencia del hombre a huir de lo desagradable y de lo que le hace sentir incómodo, se sirve de su dominio de la estética creando magistrales obras hermosas en su conjunto, que saben captar las miradas del espectador, que acabará metido de lleno en la obra y completamente implicado con el mensaje. El mismo nos los dice “si lo que quieres es comunicar algo debes hacerlo bien para que la gente se interese, lo mire y escuche el mensaje. De ahí surgirá una respuesta y se iniciará un diálogo enriquecedor”.

Reconoce que él no permanece ajeno a los estímulos provenientes del universo cultural, político, económico, social... solo que sabe discernir y escoger lo que realmente le interesa y no lo que está de moda o lo que vende en un determinado momento. Sabe que lo más frecuente es seguir las tendencias que venden, quizá impuestas por una censura encubierta que solo promociona y respalda aquello que unos pocos, los que tienen el poder, tanto político como económico, deciden poner de moda. Opina que lo difícil es aportar e innovar dentro de algo que ya está bien. Mejorarlo.

Los inicios de Miró fueron bastante inusuales, ya que pertenecía a una familia de trabajadores y no tenía ningún tipo de relación con la pintura ni con el arte en general. Pero es evidente que la semilla artística nació con él, que desde muy pequeño demostró su interés y su valía en la pintura. Su Alcoy natal, tierra luchadora y revolucionaria, marcó su carácter y su pintura, interesándose Miró, ya desde sus inicios, por los problemas sociales y de industrialización que le rodeaban.

En el 65, época en la que pretendían que la pintura fuera ciega, sorda y muda, formó junto a sus compañeros “Alcoiart”. En este grupo, que representa la vanguardia de la pintura alcoyana, imperaba un gran inconformismo con lo que les rodeaba, y un alto grado de denuncia y crítica frente a las injusticias políticas y como consecuencia humanas, quedando reflejado en sus obras, y con riesgo de sufrir las consecuencias de ir contra la “corriente imperante”. Junto a ellos realizó su primera exposición a la que seguirá una larga lista.

Este artista no discrimina a la hora de elegir el lugar donde exponer sus obras. Nueva York, París, Elche o Canals, son igualmente válidos, ya que el arte demuestra su grandeza como lenguaje universal, abarcando y permitiendo la comunicación con todos.

Pero este pintor desea además conocer todos los idiomas del Arte, por lo que en él concurren muchas manifestaciones artísticas, múltiples procedimientos donde la variedad de expresión y su rica diversidad de medios ya sea en la pintura, el grabado, la escultura, el dibujo, etc., nos permite introducirnos de lleno en su versión de la realidad.

Su espíritu cartesiano le hace huir de una coyuntural indeterminación. Esmera en el detalle, precisa el dibujo, aquilata la materia y verifica el tema, rechazando así cualquier súbita improvisación.

La reflexiva pintura de Miró, transforma en un alarde inaudito de belleza, sus críticas más duras y sus más ásperas apreciaciones. Un pintor comprometido con su tiempo, contracorriente (¿Underground?) y sabedor de que el buen arte comunica con una contundencia capaz de transformar la materia en razón; la tela en bandera, el lienzo en trinchera y el colorido en esperanza.


  • Institut Gallach, “Historia del Arte”, Grupo Editorial Océano.
  • “El Arte en la Humanidad”, Olimpo Ediciones, S. A. 1992.
  • Lucie-Smith. “El Arte Hoy”, Cátedra. Madrid, 1981.
  • Wences Rambla con Prólogo de Román de la Calle, “Forma y expresión en la plástica de Antoni Miró”.
  • Joan Guill, “Temàtica i Poètica en l’obra artística d’Antoni Miró”. Universitat Politècnica de València. Ajuntament d’Alcoi. 1988.
CONTRACORRIENTE, ANTONI MIRÓ

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