Antoni Miró o el compromiso del artista
Joan Àngel Blasco Carrascosa
Antoni Miró, pintando “precisamente” aquello que no le gusta -como él mismo dijera-, nos ofrece un reportaje -tratado con acento denunciador, cuando no con evidente sarcasmo- de toda una época. Parece haber escuchado la recomendación de Marc Bloch, y se ha erigido en historiador que está presenta allí donde se encuentra la carne humana. Utilizando diversas formulaciones estéticas y buscando infatigablemente nuevos recursos expresivos -siempre dentro del realismo social- ha dejado constancia de la violación de los derechos humanos, de las vergüenzas del racismo, de los horrores de la guerra, de la siempre problemática emancipación social, de la alienación derivada de los mitos, de las miserias individuales y colectivas, de la violencia provocada por la barbarie fascista, de la progresiva deshumanización del hombre contemporáneo, de los variados sistemas de manipulación, de los anhelos de independencia nacional y cultural, de los peligros del imperialismo bélico, de las dependencias derivadas de un capitalismo agresor, de la indesmayable esperanza en un mundo justo y libre...
No hará falta subrayar que el arte de Antoni Miró es político, que está siempre conectado con su momento histórico, que revela un inconformismo radical, que rompe lanzas en pro de la solidaridad, la libertad, el compromiso... Que no es un arte neutro, en el supuesto de que éste exista; y, por descontado, que no es un arte inocente. Es, en suma, un arte necesario, que lo seguirá siendo allí donde se deba tener en cuenta la afirmación de Vostell de que “la belleza es un acto moral”.
Inscrito en las corrientes realistas de la pintura internacional, Antoni Miró se alía -en lo que a España se refiere-, con Genovés, el Equipo Crónica y el Equipo Realidad, entre otros, todos ellos configuradores de un arte que, tomando como punto de partida las imágenes propagandísticas de la sociedad industrial-tecnológica, desarmó sus elementos componentes para rearmarlos seguidamente insuflándoles aliento crítico. Antoni Miró se ha valido de los planteamientos iniciales del “pop-art” -e incluso del “op-art” y del arte cinético-, para plasmar una poética dé gran carga ideológica. Para dicho fin, ha puesto en marcha los recursos de su imaginación y su enorme capacidad de síntesis, reflejada tanto en el empleo de líneas y coloraciones esenciales, como en una gran economía expresiva. El resultado es un mensaje claro, directo, comunicativo y contundente -si bien últimamente más irónico y sutil-, todavía más resaltado en sus carteles.