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Antoni Miró, compromiso personal

Jl G Garcia De Angela

Se dice que hay pinturas comprometidas en la época, en el contexto, en la cultura, en la libertad; se dice también que en pintura la forma de expresar necesita marcar un diálogo continuo en el tiempo, en el espacio espectador autor, ese espacio mágico donde algunos afirman que hay una ligera y compleja frontera –que no siempre es fácil de traspasar– y los más reales, los más modestos, simplemente se conforman que se diga que su obra es bella, que ha gustado, que sin entenderse se entiende, porque lo que importa es conseguir la atención hacia una forma plástica de comunicación.

Antoni Miró en las pinturas exige más al espectador, le sugiere una reflexión sobre el escenario cultural donde trabaja, le hace ver otras pinturas a través de su pintura, le hace sonreír y pensar en una inteligente y simbólica leyenda. En los momentos históricos que están pasando nos gustaría saber qué está forjando, qué está cocinando en la olla de las sorpresas, y tal vez, de la manera como él sabe hacerlo nos descubre el desencanto y su nuevo concepto de la ética que se descompone en cualquier basura.

Es en la pintura de Antoni Miró donde, como en algunos otros, se puede encontrar el descanso del orden, de la limpieza de ejecución; en sus trabajos son envidiablemente perfectos en los acabados, todo es limpio y pulido, con asepsia, para evitar que nadie se pierda donde él no ha medido o calculado, a diferencia de las pinturas de sabor norteamericano o postmodernista que a veces se le compara, su contenido es una sugerencia a la verdad, no a la verdad con maquillaje, a la historia que nos cuenta.

Igual que las pinturas originales son de una personalidad evidente y piezas importantes de una colección, la obra gráfica es realmente interesante, de dibujo cuidadoso y acabados elocuentes, son realmente recomendables para los que desean empezar a disfrutar de eso tan escaso en el país que es el interés por el arte y el coleccionismo.

Antoni Miró, por todo esto, es un modelo interesante en su obra, tanto desde el punto de mira personal como artístico, en su trayectoria se inscribe en un movimiento que seguramente se definirá en el tiempo como una manera de hacer autóctona, con un particular estilo y conocimiento. Su capacidad de síntesis para contar historias y símbolos se encuadra en el gesto y la calidad de la pintura del Mediterráneo, de esa pintura que ha traspasado fronteras porque es una relación entre culturas y desafíos, porque es una proyección hacia el encuentro entre la poesía y la libertad de pensamiento.