«El epinalismo» valenciano
Arnau Puig
Antoni Miró, es uno de los artistas valencianos que han convertido como temática de su obra plástica la concreta realidad de la lucha contra la opresión del hombre y el testimonio gráfico del hombre oprimido. Mientras, en el mismo ámbito valenciano, unos han orientado la obra hacia la abstracción constructiva, otros se han decantado hacia la creación de una imaginería que, para designarla de algún modo, diremos «Epinal», entendiendo este término ya consagrado en el sentido de que se trata de una manifestación gráfica que se quiere atenta a los códigos perceptivos y comunicativos más simples, directos y populares, en contraposición a los primeros, que deberíamos designar como cultos y elitistas, sin que ello prejuzgue ningún juicio de valor estético, que es lo que hay que descargar, en esta ocasión, el concepto de Epinal, que se considera como estéticamente degradado, aunque seamos conscientes de que, en realidad se trata de «otra» estética.
En este sentido, la actitud de los epinalistas o de los cronistas, término que no utilizamos substantivamente porque hay algunos grupos o equipos de producción que lo han adoptado como auto designación; los epinalistas elaboran su obra con el impulso de hechos concretos, que estetizan según códigos comunes con el objetivo de la eficacia comunicativa –actitud de la que, sin embargo, no está ausente el sello personal de cada autor–. Esta tarea no está exenta de ataques solapados o directos a las obras «cultas» y/o «elitistas», que en el caso de Antoni Miró se pone de manifiesto en su velazqueño Las lanzas. Pero más que en esta obra monumental de Antoni Miró, creemos que su fuerza se encuentra mayormente en su otra producción referente al hombre concreto maleado y maltratado por las circunstancias, entre las que, obsesivamente, se encuentra «El dólar», que hay que interpretar, claramente, por el imperio comprador, envilecedor y corruptivo del capital.
El dólar, el dinero, este ente abstracto es el que motiva que los hombres a que se conviertan en opresores y en oprimidos. En su posesión, o en su carencia, reside la libertad o la esclavitud del hombre. Las sensaciones y los sentimientos tienen un signo u otro según sea la participación que haya del dinero en ellos. Sus mujeres, sus desnudos, sus cuerpos femeninos ponen en evidencia que las sensaciones son unas u otras en función del poseedor de dinero. Más terribles son sus imágenes de hombres uniformados; ¿de qué quieren testimoniar?, ¿de una maldad congénita, de una pobreza de espíritu congénita, de que el hombre es el lobo del hombre? o bien ¿no continua manteniéndose detrás de todo ello el poder del dinero, orientador y organizador de las relaciones entre los hombres? Interrogantes a los que me parece que permite responder, sin duda alguna, la obra de Antoni Miró.
En cuanto a artisticidad, técnicas y procedimientos, me parece que la obra de este artista no da pie a duda alguna. Es buena y de calidad y reúne las condiciones de eficacia suficientes para alcanzar el nivel del plano comunicativo. La variedad de procedimientos: pinturas, objetos, metalgráficas, permiten al artista tratamientos diferentes y recursos más adecuados para determinados tipos de temas. En las esculturas de bronce de pequeño formato, me parece que su autor alcanza niveles que escapan del epinalismo antes señalado para adentrarse por los vericuetos del expresionismo.