Antoni Miró
Arcadi Blasco
Querido, Antoni:
Cuando se le piden a cualquiera unas líneas para incluirlas en un catálogo (cómo tú has hecho conmigo), suele haber tres razones para hacerlo: amistad, prestigio o madurez profesional (atributos del demandado según el juicio del demandante). En el caso presente, está claro, es la primera razón la que vale: la amistad. Me defraudarías, Antoni, si me atribuyeras alguna de las otras. Una vez aclarado este punto y en nombre de la amistad, quedo autorizado para exponer mi criterio.
Me parece que tú, catalán de Alcoy, consciente de tu inconsciencia, romántico, surrealista, pintor, escultor, dibujante, grabador, carpintero, autista, catalanizas todo lo que haces, piensas, expresas, y sientes; catalanizas en, por, sobre, tras el mundo. A veces, en cambio, me hablas en inglés; algo que nunca he comprendido, ni tirando de tu surrealismo. Llevas a Cataluña en la sangre, en la voz, en los cojones, y los problemas que tiene planteados el mundo, también son los tuyos, porque tus problemas particulares, propios, son universales y de estos estás empapado, sufriéndolos, sintiéndolos sofocantes, cercanos. Cuando me hablas en anglés no te entiendo; es, para mí, una lengua bárbara, lejana, y su cultura no la admito más allá de las noticias. Háblame en catalán, castellano, francés, árabe, italiano y te entenderé.
Conocedor de todas las técnicas de expresión plástica, firme, lúcido y trabajador incansable, aunque también noctámbulo, muchos sabemos, y yo sé, de lo que eres capaz de dar. Ya puedes imaginarte cuánto se te exigirá.
Un abrazo.