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El alfabeto o la evocación del juego en Antoni Miró e Isabel-Clara Simó

Josep Lluís Peris Gomez

La letra A inicia el alfabeto y la palabra azar, en el azar es donde se precipita el acto creativo que se convertirá en hecho artístico y de esta manera, conjugando los signos que son las letras, la plasticidad de los símbolos que son el lenguaje más la capacidad de evocación de la materia pictórica, la figuración, el color y de nuevo el signo, llegamos a la configuración muy sugerente de un conjunto plástico-literario elaborado por el pintor Antoni Miró y la escritora Isabel-Clara Simó.

Dos coincidencias o dos encuentros en la necesidad de expresión y de comunicación: dos artistas alcoyanos comprometidos en una mirada similar, fieles a un mismo entorno y a una misma tradición cultural, dos artistas con una proyección nacional e internacional bien reconocida, dos voces, dos biografías y una amistad de donde sale este conjunto expositivo El alfabeto cargado de armonía y coherencia plástica.

De la A a la Z, el pintor Antoni Miró compuso a principios de los años noventa un retablo múltiple donde la letra y la figuración son el referente protagonista de una composición plástica en la que la evocación adquiere una doble función comunicativa. Por una lado, la presencia de la palabra como significante y como realidad sígnica y plástica. Por otro, la presencia de imágenes que son reconocimiento unívocas y que paralelamente son los indicadores con capacidad de evocación de un discurso extra-pictórico reformado por la irrupción del texto poético a cargo de la escritora Isabel-Clara Simó. Significante y significado se entrecruzan en un ejercicio semiótico donde el azar, el signo, los significados y las referencias a la cultura occidental se sitúan en un mismo plano visual y cognitivo.

Letra, dibujo y poema son en esta composición caleidoscópica tres herramientas fundamentales para dejar abierto o inacabado un tapiz multiforme hecho de palabras y de imágenes, palabras que son el inicio de un juego discursivo y poético preñado de referencias objetivas y también subjetivas que apuntan tanto a personajes claves de la cultura como afectos y desafectos concretos del mundo personal de los autores, imágenes que son fragmentos de historia concreta y espejos donde se puede reconocer o encontrar el espectador, implicado en un mismo juego de sugerencias, complicidades y posibles interpretaciones siempre abiertas a la capacidad reflexiva e imaginativa del observador. La vida, el arte, el juego, la cultura o la historia se unen de una manera azarosa para abrir un universo de significaciones y de reconocimiento que condiciona la lectura lúdica de este retablo contemporáneo lleno de presencias sígnicas y matéricas.

Labcdari blau que nos propone Antoni Miró se convierte en un micro-universo completo, en apariencia cerrado al orden establecido del alfabeto convencional, pero la intencionalidad y el procedimiento multidisciplinar en que ha operado el autor en esta composición permiten una lectura y una interpretación fundamentalmente abierta y dinámica. Partiendo de la costumbre y de la identificación de los signos de cada letra, el autor introduce la subjetividad creativa en la capacidad de alterar, combinar o voltear los significados asociados a las funciones lógicas de la letra y de la palabra. La letra se convierte en estas composiciones signo plástico y, al mismo tiempo, inicio de posibles movimientos evocadores a través de la memoria, la empatía, la emotividad o la experiencia. Así, la letra no es sino el signo, la chispa desencadenante de todo un universo de asociaciones mentales que generan sentido y significado a las palabras, y las palabras se convierten de este modo en un conjunto de signos con capacidad de retener y comunicar sentido, significado y experiencia.

En este proceso desencadenante de significado toma cuerpo y sentido el hecho poético, el juego poético que elabora con mucho ingenio la escritora Isabel-Clara Simó utilizando las posibilidades de evocación, de misterio, de mito, de realidad, de fantástico, cínico, cotidiano o trascendente del hecho lingüístico, que es signo, convención, palabra y letra.

De la A a la Z, del amor a Zeus, pasando por la В de blau, o la P de Picasso, la M de María o la E de escrito, escritura... Los dos artistas alcoyanos nos muestran una auténtica capacidad de jugar y de invertir los órdenes de las asociaciones convencionales de significantes y significados para ofrecernos nuevas posibilidades de relación con el hecho artístico y literario y, en definitiva, con el mito del lenguaje. El lenguaje está hecho de signos visuales y plásticos, cada letra no es sino eso, un signo, una convención, y lo que importa no es mirar las palabras con una sola mirada, sino mirar las palabras con todas las miradas posibles, traspasar las palabras con la mirada poética, romper las palabras, deshacerlas y rehacerlas, llenarlas de nuevos significados, inventar nuevas imágenes que nos llevan a nuevas palabras, jugar, en definitiva, a inventar nuevos abecedarios evocadores de nuevos universos posibles para comunicarnos.