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Anònims (Anónimos)

«La ley es poderosa, pero más poderosa es la miseria»
Goethe

«Un bebé muere al intentar cruzar en patera el mar de Alborán» El País, 28 de octubre de 2018

Diecisiete inmigrantes muertos y diecisiete desaparecidos en el Estrecho” El Periódico, 5 de noviembre de 2018.

«Veintiocho supervivientes y cientos de cadáveres sin recuperar en el Mediterráneo, la última vergüenza de Europa» La Sexta TV, 16 de noviembre de 2018.

«Tan sólo en este año, ciento nueve inmigrantes murieron ahogados por el hundimiento de sus embarcaciones. El pasado día cuatro de julio desaparecieron cuarenta y nueve después de un naufragio. Según la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, en los últimos veinte años, alrededor de seis mil personas han muerto en el Estrecho y estiman que hay otros doce mil desaparecidos» El Mundo, 26 de julio de 2017 .

¿Demagogia informativa? ¿Ganas de fastidiar al personal? ¿Basura para los cerdos? ¿Anécdotas triviales sin garantías? ¿Para qué vienen si nadie les ha llamado? ¿Estarían mucho mejor en sus casas? Preguntas que no piden respuesta, ya que son, sencillamente, retóricas. Palabras que se enjuagan sólo con caer de los labios adiestrados para el placer onanista. Además de lo inverosímil, tanta desgracia junta parece, cuanto menos, una puntual exageración. Esto es! Ya lo hemos encontrado. Una exageración !!!
Ya hace tiempo, quizá demasiado tiempo, que las noticias supuran la desgracia ajena, la crueldad que significa la desesperación, la ambición de anhelar una vida mejor. Hace ya demasiado tiempo que las salpicaduras de espuma salada chorrean por la superficie de los artilugios que utilizamos para la información. Hace ya demasiado tiempo que dejamos pasar las nubes torpes, siempre a la misma hora de las comidas, porque mejor no tocarlas por si descargan donde nunca deben hacerlo. Y es que siempre a la misma hora ..., con tantas horas que tiene el día ...

Antoni Miró, el artista compasivo Antoni Miró, contempla desde lejos el desastre y lo acerca, enternecido, al borde de la ribera, y cubre la expedición de hombres, mujeres y niños, con las mantas del socorro. Al menos un cobertor para curarse del frío y de la pena; de la inmensa tristeza que ya no puede derramar las lágrimas lógicas del dolor, o del abandono. ¡Cuánta pena! ¡Cuánto sufrimiento! ¡Cuánta rutina infame! ¡Cuánto peligro haber nacido según donde!

¡Y siempre a la misma hora! ¡Siempre! Parece que los medios de comunicación no tengan otros momentos para decir estas cosas ..., acabará haciéndonos daño la comida, y la cena, y el gin-tonic de costumbre.

El artista Antoni Miró no rehuye su mirada, su mirada preocupada, y traza las líneas simbólicas de un mal que ya no es un mal, es una verdadera catástrofe humanitaria. La representación de la realidad. Alejado de demagogias obscenas, el pintor hace determinante testimonio de lo que es visible para todos, y pinta la vida de la no existencia. Y es muy difícil. También pone en marcha el motor de su talento para comunicar aquello que es tangible, tan frágil y tan piadoso.

“Anònims” es una obra de Antoni Miró de 2001 (testimoniada en Canarias), construida en acrílico sobre lienzo, y que tiene unas medidas de 97x130 cm., perteneciente a la serie Sense Títol. Los nueve protagonistas de la obra quedan cubiertos con una manta rayada, unos junto a otros, guardando la intención de permanecer bien juntos, por si acaso la suerte les ampara. No hay más en este cuadro, ni menos tampoco. Vive el miedo en los ojos de los recién llegados; vive la miseria en el rostro de los precipitados; vive la tragedia de quienes han perdido, incluso, la conciencia de la dignidad. Permanece anónima la carne indigente ..., ¿o no son eso, sólo carne que se mueve al compás de la necesidad?

Atrás ha quedado, para los nueve que han sobrevivido en el mar canalla, la colchoneta de los recuerdos. O quizá ni eso quede ya, pues los recuerdos se alimentan de energía mental, y en este caso preciso falta el azúcar necesario para mover la maquinaria de las caricias y de la luz.

“Anònims” es una obra de Antoni Miró que quizás sea un paradigma. Porque son anónimos los personajes que nos trasladan, a todos los que podemos contemplar la escena desde casa, la posibilidad de abrazar, nosotros también, el anonimato. Todos, absolutamente todos podemos llegar a ser anónimos, y de hecho lo somos, en gran medida, los unos respecto de los otros. Nos faltan tejidos de conocimiento, de suficiente entendimiento de lo que somos y de lo que pensamos, pero muy seriamente. La incomunicación, y el mar de por medio, el océano de la incomunicación, nutre nuestro corazón de indiferencia: «... somos una imposibilidad en un universo imposible», aclara y testimonia el ensayista estadounidense Ray Bradbury. Aunque todo depende de nosotros, parece ser que nos decantamos por el confort que nos facilitan la bata de seda y las zapatillas de andar por casa. Total! Y observamos los Anónimos de Antoni Miró, y es como si escuchásemos la lluvia repicar encima nuestro techo de cristal. Demasiadas fronteras, unas bien visibles, otras, sin embargo, tan delgadas, tan delgadas, que nunca las podemos divisar. Y es una lástima perderse la oportunidad de ser conscientes. Pero la pintura, esta obra concreta de Antoni Miró, nos brinda la posibilidad de enjuagar el polvo que reina en nuestros cerebros, formulando la oración de la solidaridad, de la firmeza y del canto armónico. Porque no es demagogia, no, todo lo que se nos muestra en este cuadro. Es la pura realidad de cada día que pasa, porque: “... la civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”, invoca en su análisis el filósofo francés Voltaire. Y nosotros este extremo lo podemos comprobar en cada minúsculo paso que ejecutamos. Un hombre ilustrado con la cabeza retorcida da miedo. Digamos que sus maneras y proyecciones ejecutan mejor la crueldad. Y abandonar a seres humanos en medio de un océano inmenso, es cruel y salvaje. ¿O no?

Anònims es un cuadro. Sí. Pero ofrece una imagen concreta que se da en la vida. Es también una instantánea. Es, al fin, un fragmento de nuestra existencia, porque a todos nos apela desde la sustancia informativa que habita en el lienzo. Si nos sentimos aludidos será con motivo de la proximidad de la tragedia, aunque nos demos cuenta a la hora de la comida formidable que nos tendremos que tragar, los bienpensantes, justo antes de la siesta. Y no queremos hacerle caso, porque sería renunciar al derecho de humanidad que todos tenemos, al pintor Eugène Delacroix cuando asegura: «... el hombre es un animal sociable que detesta a sus semejantes», aunque, a veces, parece que el pintor tiene razón cuando así se pronuncia.

No miraremos hacia ninguna parte si reina la mentira. No nos dejaremos adiestrar en la doméstica geografía. Estaremos, por contra, bien atentos a la cultura, a la pintura que nos informa formándonos. Y aunque nos duela, la visión seguirá el surco de los acontecimientos. La voz acompañará la mirada.

Josep Sou

ANÒNIMS, 2001-02/ Canàries (Acrílic s/ llenç, 97x130)Antoni Miro