El «dramatis personae» en la pintura de Antoni Miró
Las tensiones que se respiran en la tragicomedia de la existencia, y en el seno de la obra artística del pintor Antoni Miró son de plural convergencia. Sí, el «dramatis personae» nos conmueve la mirada hacia una realidad que, desde la diáspora de intereses, se dirige hacia una univocidad de convicciones. Los «actores-intérpretes», a lo largo de la muy vasta producción artística del pintor, reflejan una misma espiral representativa, a pesar de la presencia multiforme que acrediten en cada cuadro de cada una de las series donde residen. Una especie de canto coral, monódico o polifónico, todos valen, donde la verosimilitud significativa va junto al generar paradigmas explícitos.
Los protagonistas que se muestran en las ventanas del pintor Antoni Miró, tienen ese aire de insubordinada necesidad de decir todo lo que son, pero a partes iguales, de manera colegiada. Es decir, los figurantes representan un género que llega a interpelar a quienes les miran con franqueza: los pobres, los apaleados, los enmudecidos, los poderosos, los que visten con chistera, los hermanados, los transeúntes, los personajes, los amigos, los bárbaros de ahora..., todos juntos como por separado. La pintura, con sus valores proposicionales, empareja una visión cósmica cuyo resultado nos conmueve: todos los personajes son uno solo, aunque representan una vida común a pesar de las entrañas de la sociedad que nos identifica. Nuestra mirada aunque sea diversa por naturaleza, acierta cuando define la identidad concentrada en la personalidad de un corpus manifiestamente sustancial. Es la oportunidad de erigir universos desde la aceptación de los paradigmas representativos.
Josep Sou