De los impulsos y el conocimiento
De David Hume a Antoni Miró. Evidentemente los impulsos también nos aproximan al conocimiento, y las razones se ajustan a los espacios por la necesidad de favorecer la aprehensión del mundo que nos rodea. Litigios al margen, la voluntad se precipita, junto con el deseo, hacia las geografías de lo desconocido, abriéndose paso una curiosidad por todo aquello todavía no nacido. Como una reverberación del prisma del espíritu que refleja la luz descompuesta en mil señales de intuiciones, o de vida, nada más. Pero de los impulsos también se puede argumentar, a través de las consecuciones obtenidas, un arraigo del saber por la conquista del conocimiento. Si Hume establece la supremacía de la reflexión, Antoni Miró no desprecia la posibilidad de los impulsos que le llevan a elegir un camino para su pintura, una especial manera de aportar su reflexión y, también, el conocimiento adquirido. El artista encuentra en la ficción del futuro un fuerte estímulo para su creación. También podría ser una manera compleja de empeñar su palabra. En tanto que Hume argumenta: “Existe una gran diferencia entre las opiniones que formamos después de una reflexión tranquila y profunda, y las que abrazamos por una especie de instinto o impulso natural, a causa de su conveniencia y conformidad con el espíritu...”, en su obra “Del conocimiento”, SARPE 1984, pág. 171.
Josep Sou