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Antoni Miró y el sentido del viaje.

Como Homero, o como Odysseo en el eneatipo de los laestrigonios, arribado al país en donde existe la luz permanente, así Antoni Miró construye su obra a golpes de nocturnidad, residenciando la luz precisa, ya sustraída al día con suficiente antelación, sobre la materia de su reflexión creativa. Los cuadros abisman reverberaciones y elevan la síntesis de su pensamiento profundo.

Los grandes viajeros: Ulises, Dante, Eneas o el propio Alonso Quijano, no determinan el viaje como un fin en sí mismo, por el contrario lo llevan a cabo para conseguir metas ulteriores, el regreso a la patria, el conocimiento del hombre y de su transcendencia, la fundación de Roma, o la vocación por “desfacer entuertos”, argumentan, en buena medida, la vida y la obra de estos grandes viajeros de la historia o de la literatura universal. 

Antoni Miró realiza su singladura desde el conocimiento, desde la comprensión del mundo al que demasiadas veces le cuesta comprender, pero que sin embargo le resulta tan próximo. Su viaje existencial es su propia obra, en donde conviven la pasión y la ternura al mismo tiempo. Antoni Miró, un pintor-poeta sin equidistancias

Josep Sou

Mediterrània, 1988. (Acrílico s/lienzo, 200x200) Antoni Miro