Velles boges al manicomi (Viejas locas en el manicomio)

Dar visibilidad al sufrimiento ha sido una ocupación recurrente en la trayectoria de Antoni Miró, y además lo ha sido desde el principio de la misma, desde la etapa asociada a la serie que denominamos “Opera Prima”. La locura, un mal que aqueja a algunos y que muchos quieren mantener oculto, es el tema principal de una temprana subserie integrada en ella, “Els Bojos”, de la que forma parte este cuadro. Sin embargo, no es el único asunto al que remite. La vejez se suma a este, como lo hace también la denuncia de los medios de control social sobre esta dolencia. Para el artista, el modo común de tratamiento de la enfermedad lleva a un insoportable estado de soledad al afectado. Incluso en ocasiones, mediante un claro abuso de poder, se relega a personas pobres y con problemas de diversos tipos pero no mentales, con la excusa de sus familia- res de que así estarán mejor.

El pintor representa una escena lúgubre, dominada por tonos oscuros, que van desde profundos azules hasta el negro, solo contrarrestados por una pequeña pincelada más viva, entre rojiza y violácea. Tres mujeres se muestran de perfil, sentadas sobre unos bancos, y una más, apareciendo entre ellas, lo hace de frente. Este cuarto personaje es el principal. La expresión de su cara ajada y la dureza de su mirada perdida son el elemento clave en cuanto a la crueldad de la situación.

A una paleta sobria de color se añade una cierta elementalidad representativa. Los ropajes, bruscamente modelados, se perfilan con un borde oscuro. Las caras que quedan ladeadas están simplemente esbozadas. Solo la que se ve frontalmente asume toda la fuerza distintiva. Se deforman los rasgos de ese rostro, en el que se dibujan marcadamente las arrugas, figurando una expresión ciertamente triste.

Santiago Pastor Vila