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Museo casas colgadas

Esta obra forma parte de la serie que elabora el artista en torno a los museos. Aborda en ella las tensiones que se producen alrededor de la consideración actual de la cultura y sus medios de distribución hacia la sociedad. Incide en la controversia que existe entre el continente y el contenido, con una mirada siempre puesta en la banalización y mercantilización del objeto artístico. De la mano de la ironía, todas las propuestas se constituyen a partir de una representación general de una institución museística que parece desproblematizada cuando se observa superficialmente y, sin embargo, un escrutinio más intenso y próximo ofrece las claves de la crítica que propone.

Con un extraordinario grado de detalle, Antoni Miró elabora esta pintura que reproduce una visión típica del museo de las Casas Colgadas de Cuenca. Ante un cielo liso y azulado, que también se refleja en los vidrios de las ventanas, se yergue el edificio histórico que alberga desde 1966 una formidable colección de arte abstracto español cuyo núcleo original está constituido por la colección de Fernando Zóbel.

El artista pretende homenajear, no obstante, a un pintor alejado de los planteamientos de la escuela de Cuenca: Julián Pacheco. Este conquense integró, junto con Rinaldi, Comencini, De Santi y el propio Miró, el Gruppo Denunzia, fundado en Brescia en 1972. Su obra constituye un testimonio de denuncia de la sociedad de consumo capitalista, posicionado en contra de cualquier tipo de canon esteticista.

Su propuesta del arte provo, como una peculiar adaptación de la corriente holandesa homónima, mediante la cual canalizar su protesta contra la deriva economicista y la falta de libertades, se materializa a través de pinturas de muros sobre los que se estampan grafitis que enuncian críticas respecto al sistema de dominación. De algún modo, eso se significa irónicamente en este cuadro con el cartel figurado anunciando una exposición de esta tendencia, o con las pintadas que se simulan aludiendo al arte abstracto, a Zóbel y a Saura, o con la bandera de la Segunda República que se pinta a un lado.

Así, la asombrosa meticulosidad con la que se define la arquitectura realmente existente, con sus lienzos de sillería y mampostería definidos con precisión, con las trabajadas carpinterías de madera de los balcones fielmente reproducidas, como ocurre con la rejería que se presenta en primer plano, coexiste con un sistema de significado superpuesto que tiene lugar ciertamente, que es inverosímil pero que se torna plausible a la vez.

De algún modo, las telas de colores que se ofrecen al turista, en el recodo que se sitúa delante de la puerta de acceso que se representa, se refieren a la vertiente comercial del arte, lo que también pretende ser puesto de manifiesto como una controversia que afecta a su legitimidad.

Santiago Pastor Vila

MUSEO CASAS COLGADAS, 2009 / Conca (Acrílic / llenç, 162 × 114)Serie: Sense TítolSubserie: MuseusAntoni Miro