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La gran massacre subvencionada (La gran masacre subvencionada)

La subserie “Xile” se integra en la denominada como “El Dòlar”. Poco después del derrocamiento ilícito del gobierno chileno presidido por Allende, en 1973, el artista comienza con ella a articular una denuncia de la involución que esta situación supuso para el país y para toda Latinoamérica en su conjunto. La crítica al capitalismo y al imperialismo, dos focos contra los que ha dirigido a lo largo de su carrera sus reivindicaciones, se vehiculan a través de este hecho histórico. Lo hace en este caso concreto como forma de participación en el Gruppo Denunzia de Brescia.

Se alude al exterminio de una cantidad importantísima de intelectuales de izquierdas durante aquel luctuoso episodio auspiciado por los EE. UU., que prestaron su ayuda financiera. Un preso partidario de Allende, que luce en su manga aquella famosa frase del último discurso radiofónico de este, “tienen la fuerza pero no la razón”, yace arrodilla- do y maniatado momentos antes de ser ejecutado. Espera, con una mirada grave dirigida a quien observa la obra, ante una pared insinuada mediante un fondo blanco, como si la nada fuera su único destino, trabajado con degradados y el remarcado de la arista de encuentro de esta con el suelo.

Aquel que le vigila y que pronto le asesinará se acerca completamente pertrechado, armado con un fusil y con el casco puesto. Es este un grado de protección exagerado dada la desigualdad de fuerzas que caracteriza el enfrentamiento, con lo que se figura la muy destacable barbaridad del acto. Sin embargo, en un juego forzado de transparencias, se nos muestra al personaje descalzo, casi como denotando una corporeidad que desaparece tras el uniforme, a pesar de la despersonalización que induce la discrecionalidadel acto que va a culminar.

El reo y el verdugo representan a los grupos en los que se integran. El todo queda definido por una parte singular en ambos casos. El soldado encarna simbólicamente la fuerza de dominación en su conjunto: el ejército de Chile a las órdenes del dictador Pinochet. Y la víctima podría ser Víctor Jara, un médico o un trabajador, daría igual la profesión, lo determinante sería su condición de marxista. Se explica, además, con una sinécdoque quién financia el golpe de Estado, al dejar salir del bolsillo de este un billete de dólar americano que basta para referir todo el poder de la primera potencia mundial.

El lienzo se divide horizontalmente en dos partes, una inferior, de un tercio de la altura, y otra superior que ocupa el resto, y que se ve partida, a su vez, por una línea que genera un eje vertical que independiza los ámbitos ocupados por los dos personajes representados.

La primera de estas áreas simula el plano de suelo sobre el que se posiciona el soldado, y en el que unas líneas diagonales convergentes en un punto próximo a la esquina inferior derecha ponen en relación ambas figuras y proporcionan cierta profundidad perspectiva.

El cromatismo de la obra se corresponde con el de una paleta corta: rojos, grises y marrones. Los rojos de la ropa de quien va a morir ilustran la ideología del grupo de opositores. El negro con el que se tiñe el uniforme del soldado remite a la idea de muerte y represión que caracterizaron sus comportamientos. El marrón de la base, de la gama de los del desierto de Atacama, podría remitir a la tierra sobre la que se producen los hechos.

El problema de la represión en Chile tras el golpe de estado con el que se instauró la dictadura no podía dejar impávidos a los ciudadanos europeos, especialmente a los españoles. Corredor-Matheos expresaba por entonces que no quería saber que “existe un arte puro”, un arte “despreocupado de ese asesinato cotidiano”. Y pedía “leer el periódico cada día, y no olvidar lo que tenemos delante”.

Santiago Pastor Vila

LA GRAN MASSACRE SUBVENCIONADA, 1974 (Acrílic / llenç 150 × 100)Serie: El DòlarSubserie: XileAntoni Miro