Guerrer àrab (Guerrero árabe)
Durante toda su carrera es constan- te la mirada crítica hacia las injusticias que atenazan al mundo. En los inicios de las series “El Dòlar” y “L’Home Avui” esta cuestión comienza a ponerse de manifiesto en relación a situaciones muy concretas que se producen en diversos y lejanos lugares. Se trata del “radical ale- gato contra las irracionalidades históricas y actuales” formalizado mediante un tipo de mensajes “directo, contundente, crudo, muchas veces” al que se refirió Blasco Carrascosa.
Es por ello que Aguilera Cerni hablaba del encaje de su propuesta dentro del realismo social, que en cuanto a “crónica de sucesos y crítica de hechos sería válido solamente si alcanza o supera un mínimo nivel cualitativo y se acerca a la consecución de una comunicación eficaz”. O sea, no bastaba con referirse a una coyuntura superando la caducidad que es propia de los noticiarios, había que conseguir despertar conciencias. Y eso podía hacerse tomando temas aparentemente inconexos, pero que para muchos, como Rodríguez Olivares, estaban conectados: “La crónica está contada con hechos reconocibles que no de- ben ser considerados aislados: masacre en Chile, genocidio en Palestina, guerra en Vietnam, corrupción en América. Son caras de la misma moneda, el dólar presente siempre”.
El conflicto árabe-israelí ha caracterizado el devenir histórico de todo Oriente Próximo desde mediados del siglo XX. La guerra de Yom Kippur, que parte de la reivindicación por parte de Egipto y Siria de dos territorios ocupados seis años antes por Israel, la península del Sinaí y los Altos del Golan, respectivamente, fue el desencadenante de la crisis del petróleo que bloqueó el consumo y el crecimiento económico en occidente.
Antoni Miró, como muestra de su re- chazo al orden mundial que se estableció tras la Segunda Guerra mundial bajo el liderazgo de EE. UU. y, también, por cuanto esta operación tiene de afán de recuperación de lo que es propio de una determinada cultura que se ve sometida por otra, rinde un homenaje a los árabes que se alzan en armas.
Ante un cielo, cuyo azul ha desaparecido y que se evoca mediante la representación de un papel arrugado sobre el lienzo, se muestra un primer plano de la cara de un soldado sirio, tras su fusil. El eje vertical de la imagen se ve levemente rebasado por este retrato de perfil, que ocupa toda la mitad derecha, quedando en parte fuera de los límites, con un encuadre más propio de la fotografía que de la pintura.
El blanco levemente agrisado del fondo que ocupa la mitad izquierda se yuxtapone compensadamente a una representación de distintos elementos (la cara, el arma, la mano y unos correajes) en tonos muy oscuros para fijar la tez morena y el negro del acero y el cuero. El pintor recurre a la utilización de manchas de tinta plana fuertemente contrastadas para dar apariencia volumétrica, al modo de los medios de impresión mecánica de la época.
El gesto del guerrero (la propia denominación, en lugar de soldado, parece que quiera legitimar el papel de los combatientes de este bando) da idea, de modo paradójico, tanto del miedo como del arrojo que posee el protagonista.
Santiago Pastor Vila