Esquerra
Antoni Miró, a lo largo de su trayectoria, ha recurrido a volver a representar pictóricamente, con mayor o menor grado de alteración y descontextualización, determinados fragmentos de pinturas integradas en el canon occidental del arte clásico o moderno. También ha incorporado, como ocurre aquí, piezas escultóricas en su grupo de referentes extraídos de la historia del arte occidental. Además de la selección y dislocación, en este último tipo de acciones existe un cambio de lenguaje de expresión. En plena II Guerra Mundial, en 1942, año de su muerte, Julio González realiza la escultura que es objeto de representación en esta pintura: Mano izquierda alzada.
Con esta pieza fundida en bronce, González apelaba al refuerzo del papel de la izquierda en el conflicto que asolaba Europa. Antoni Miró quiere referirse a ese acto de afirmación política e insistir en él ahora. Un icono pleno de rotundidad se vuelve a introducir en el circuito funcional de la dinámica ideológica tiempo después.
Por otro lado, en esta pintura sucede una suerte de intercambio entre materiales: por un lado, el fondo se configura con limaduras de bronce adheridas al lienzo que se oxidan posteriormente sobre él, para fijarse finalmente con barnices; y, por otro lado, se utiliza un acero “nuevo” para la mano además de recurrir a la disposición de sucesivas capas de collage y barnices que dotan a este elemento de una evidente corporeidad. Esta mano renovada sangra ahora como muestra de las heridas infligidas.
Es decir, se pone de actualidad el motivo y, cuando es pintado, se renueva en su apariencia, trayéndolo a nuestros días, sin olvidar la sangre derramada desde entonces.
Santiago Pastor Vila