A Joan Fuster
Dentro del conjunto de las diversas intenciones que animan la producción de la serie “Sense Títol” una muy relevante es la que se refiere a la voluntad de homenajear a múltiples personalidades, especialmente del ámbito de la cultura propia.
Joan Fuster es uno de los referentes intelectuales de Antoni Miró. Desde mediados de los años 60, el artista mantuvo una intensa relación con el ensayista que cristalizó en colaboraciones de varios tipos. Fuster escribió en diversas ocasiones sobre el trabajo del pintor alcoyano. Son destacables en ese sentido las siguientes aseveraciones: “Joven como es todavía, Antoni Miró tiene ya, hecha y muy hecha, una obra extensa, compleja, tumultuosamente vivaz... Unas veces es el grito de denuncia, otras es el sarcasmo revulsivo, de vez en cuando es la misma incongruencia de un arte acorralado por las propias hipótesis. De aquí la profunda sugestión que se deriva. Y la lección”. Al de Sueca le gustaba su pintura. De hecho, en lugares prominentes de la casa de Fuster siempre hubo colgadas obras de Antoni Miró. El pintor alcoyano, por su parte, siempre le profesó un enorme respeto y admiración por su gran aportación al pensamiento humanista, la lucha por las libertades y la concienciación de la identidad. Fue un maestro para él.
Antoni Miró reúne estos reconocimientos en la subserie “Personatges”, que se elabora de acuerdo con unos criterios que la dotan de clara unidad. El gran tamaño de los retratos, la práctica monocromía con la que se realizan, la dotación de una textura especial, que remite al paso del tiempo que afecta cualquier inmortalización y el señalamiento de algunos elementos singulares mediante la aplicación de un color distintivo son las estrategias representativas características de este conjunto.
El pintor las emplea casi todas en esta obra concreta. Este retrato ampliado de Fuster ocupa todo el lienzo, desbordando los límites del mismo. Todo él se produce empleando una gama de grises afectada levemente por un virado hacia tonos ocres. Los modelados del volumen se consiguen mediante un esfumado brusco, muy contrastado que otorgan a la representación un carácter cercano al de los primeros medios de reproducción fotomecánica que utilizó la prensa escrita.
Este primer plano en el que Joan Fuster posa como un intelectual reflexionando mientras fuma es en cierto modo enigmático. La fuerte presencia de las gafas, que no dejan ver tras sus lunas la expresión de sus ojos, fían toda clave interpretativa al modo en el que sostiene el cigarro con boquilla e inhala su humo. Quizás sea el fino escepticismo del que hacía gala lo único que parece sernos sugerido.
Santiago Pastor Vila