Desvanecidas errantes
Vicent Berenguer
A Antoni Miró
Donde los caminos se alambican, es de demasiado lejos,
el pinar se convierte en un foso de vidrio humano
que recrea nuestra infamia de inexpertos visitantes de la isla;
la reina altera, ociosa, un vaho de lujuria
siempre con el carcaj populoso, inundado de rudos ojos.
La montaña tiene cribadoras y una métrica silenciosa;
somos pueblos de reja con banderas pacíficas hechas pedazos
por movimientos de duelo y cañones contra la paz o las treguas,
contra una recua de viñedos,
abocados al pedregal del olvido
donde hacen dibujos hormigas desvanecidas
o errantes en las cercanías del Sopalmo;
noche herida y llanto de lechuza ilusionada,
contra el zumbido del invierno
nieve intencionadamente candorosa.
(Del libro Carmí vora els llavis, premio Señorio de Ausiàs March 1985)