A Antoni Miró
Ramon Amposta
Sabíamos y aún más, conocíamos las experiencias estéticas de este artista, salidas como un grito de acusación, como un testigo que clama contra todo opresor. Aunque, este conocimiento, la mirada directa, nos ha impresionado más aún de lo esperado. ¿Por qué? Un mismo se hace esta pregunta que, si debemos responder diríamos que es debido a la gran sinceridad que estimamos en la obra de Antoni Miró. Es un grito que le sale del alma. Es la misma sangre que brota de su corazón herido de coraje. Y, que no lo duda nadie, todo acto estético que arranca de semejante sinceridad toca plenamente al contemplador y le transmite el mensaje; cumple un fin estético social.
Se habla mucho de pintura y de arte social, de arte de contestación. La obra de Antoni Miró es el más auténtico y directo que nunca hemos visto, de una gran expresividad, rotundo, casi podría un decir que obsesivo. Se ha impuesto un fin, un deber y pasa a cumplirlo. Entonces pone al servicio de esta actividad meritoria todos sus conocimientos de oficio y de artista y, no cabe duda, con semejante espíritu, la obra gana expresividad. Se produce para cumplir un elevando mensaje pedagógico.