Antoni Miró o l’empemta de la tasca creativa
Martínez Monge
Ha trabajado, lleno de preocupaciones, espaciadamente inquieto, visceralmente dedicado a la observación de su entorno, escondiendo a su timidez detrás de los espejitos de unas gafas. Antoni Miró, bajó de las sierras de Alcoi a la marina de Altea, llevando mil racimos llenos de ilusiones a medio morder, y un haz de inquietudes arraigadísima a su personalidad artística.
En su estudio de Altea (casa blanca del pueblo antiguo) el artista trabaja incansablemente en busca del hallazgo de nuevas formas de expresión para dirigirse a los suyos.
Pintor, dibujante, escultor, ceramista y grabador, sus continuos trabajos adoptando los más diversos códigos de comunicación proceden a su mensaje formas y métodos cuidadosamente estudiados.
Lienzo, papel, bronce, poliéster, madera, hierro, barro...
Todo un cosmos de materiales dominados por la constancia de un trabajador infatigable.
En sus obras, en el paso del tiempo, estilos diferentes con que usar un lenguaje plástico, que unas veces se dramatiza en la denuncia, y otros se azucara con el toque irónico de una crítica eficaz y persistente.
En su perfecto conocimiento de los comportamientos físicos y efectos plásticos de los diferentes materiales, permiten a Miró escoger, con soltura, los más adecuados para cada momento de su inspiración artística.
La perfección en el dibujo, en el sentido (nato, diría yo) del cromatismo, y su facilidad para la composición juegan papeles trascendentales (y trascendentes) a la hora de evaluar su obra.
Una obra en la que no se puede dejar de lado el comentario de su temática. La crítica de la obsesión por las armas o por el dinero, de la vejación humana, de la necesidad de libertad para la cultura, o de los deseos de autonomía para el País Valenciano, que vibra a cada una de sus fibras, lo impulsa al trabajo incansable, a la investigación permanente, a la dedicación total.
Busca y encuentra, Antoni Miró, raíces permanentes, a los problemas actuales, como en esa gran obra de "Les llances" —Las lanzas— actualizada a base de matices personales de punzante crítica, finura irónica y ribetes de un surrealismo humanizado y explicativo...
Desde Altea, en la soledad de su estudio, a lo largo de largas horas de meditado e incansable quehacer, la obra de Antoni Miró se proyecta en un mundo ajetreado de angustias, como el dedo acusador de una conciencia universalizada por su condición de artista indiscutible.