Josep Sou
[...] Antoni Miró ha elegido la noche para trabajar en el estudio del Sopalmo. Un silencio furtivo, forrado de voces anónimas que se cuelan, a través de los pinceles pulidos de la perfección, en medio de la multitud que habita la inteligencia. Y todos, ahora, sin melancolía, pero con cierta nostalgia de futuro, van tomando voz, y van diciendo la suya, porque el pintor, el artista, como un demiurgo generoso, presta la gracia de la representación. Desde el no rezo, crece el sentimiento del vivir posible, merced a la voluntad, que nunca se para, del pintor.[...]Texto completo
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