Josep Forcadell
[...] Estos últimos años, Antoni Miró se ha fijado en los espectadores y en los espacios del arte. Las grandes obras pasan a un segundo término: La Gioconda del Louvre contemplada por una muchedumbre de curiosos y fieles, espectadores de reverencia fugaz y foto apresurada; estudiosos y amantes del arte que transitan a la sombra del Partenón o bajo el sol de Epidauro, paseantes de museos griegos en actitudes de afecto y respeto hacia los que hicieron aquel templo[...]Texto completo