Los carteles de Antoni Miró
Josep Corredor Matheos
Pongámonos, por una vez, radicales. Exageremos, a conciencia, para hacernos entender mejor. No nos asuste decir, ante estos carteles de Antoni Miró, que el cartel es el verdadero arte de nuestra época. Función útil e ingrediente estético. El arte, no puro, bruto pero: de vida, claro. ¿No es esto lo que añorábamos? El arte comprometido: no con una tendencia social o artística determinada, sino con su libertad y la de todos.
Advertid algunas de las notas identificadores del cartel, potenciadas al máximo. Así, la contundencia. Cada uno de estos carteles nos sale al paso, girando seleccionados. Son claros, podemos captar su significado inmediato. Son también sorprendentes. Es decir, conteniendo elementos que nos son familiares, hay siempre cierta distorsión de lo real que despierta nuestro interés y centra nuestra atención en el tema propuesto.
El realismo acusador va acompañado de una culta ironía. Antoni Miró es capaz de jugar con elementos muy diversos. No hay una preferencia por ciertos temas, excluyendo otros. En parece importante que su realismo sea capaz de enfocar tan directamente las cosas, que estas casi desaparezcan como tales y se disuelva en una abstracción significativa. No estamos, pues, ante un realismo social ingenuo, de aquellos que todavía son capaces de hacernos estremecer de vergüenza foránea. Antoni Miró hace, antes de todo, arte –si es que deseamos ver así– aunque ciertamente lo útil y lo estético resultan inseparables.
Juntos, estos carteles forman una galería de testigos de nuestra época. Aquí está representado o evocado todo lo que nos duele y nos angustia. Contienen alusiones concretas, se refieren a hechos que han ocupado las primeras planas de los periódicos un día determinado y, con todo, tienen también carácter de símbolo. ¿Quién ha dicho, –es decir, son tantos que no podríamos nombrarlos a todos– que hay que borrar los símbolos y, yendo más allá, deshacer todas los mitos? No hemos hecho más que sustituir unos mitos por otros... que no son sino versiones de aquellos: vino nuevo en vasijas viejas. De ahí la significación, densa y clara, abstracta y precisa, que podemos encontrar en los carteles de Antoni Miró. Carteles que son acción, que se encuentran insertos en el mundo cotidiano y al mismo tiempo, por cómo han llegado a la cabeza y por razones más difíciles de elegir ahora, por valores que sabemos reconocer pero –confesémoslo– nos cuesta hacer explícitos, arte, arte tan impuro como puro: arte a secas.