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El rostro de Salvador Allende

Josep Corredor Matheos

Encima de mi mesa, catálogos y fotografías de las obras de Antoni Miró. De toda esta documentación sale un solo grito, claro, inequívoco. Encima de mi mesa, también, periódicos de esta mañana: en los titulares, el mismo grito, violentamente sofocado: Salvador Allende ha sido asesinado; su proyecto de democracia verdadera, de nueva vía constitucional, para el socialismo, truncada, con una flagrante violación de esa legalidad que él mantuvo en todo momento.

Me siento más identificado que nunca con ese vietnamita mil veces asesinado, con ese negro escarnecido en todo el planeta, con el hombre explotado. Y, con emoción e ira, veo el rostro de Salvador Allende en todos esos rastros crispados, doloridos, de Antoni Miró.

En este momento no quiero saber que existe un arte puro, ese en el que creo los días que tan inconscientemente oso decir normales un arte despreocupado de ese asesinato cotidiano, y digo, muy sinceramente, que este otro arte es a veces más necesario, que la aventura no puede ser siempre tan alegre. Hay que saber leer el periódico cada día y no olvidar lo que tenemos delante.

Entonces gritaremos con Antoni Miró estas mismas palabras recortadas, rotas. No sé si es posible arreglar algo así. No sé, hoy, el día en que los periódicos dan la noticia que han asesinado a Salvador Allende –su muerte, ¿cuántos meses hacía que estaba decretada?– si se puede arreglar algo de alguna manera. Pero, en todo caso, hagamos como Antoni Miró, como si todo esto fuera posible, porque tiene que ser posible.

ANTONI MIRÓ, JORNADES DE SOLIDARITAT AMB ELS POBLES D'ARGENTINA URUGUAI I XILE

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