Antoni Miró: reflexión sobre “La pintura de concienciación”
Joan Guill
A lo largo y ancho de la historia de la humanidad, el papel transgresor de las opiniones y costumbres comúnmente aceptadas por la sociedad ha correspondido a varios colectivos y desde finales del Siglo pasado, especialmente a los Artistas. El Artista, que siempre proponía maneras inéditas de ver el mundo, enfrentándose al rechazo de las personas que llaman normales.
Comúnmente se piensa que la idea del Artista como transgresor nace con el manierismo y capta el punto máximo con las vanguardias históricas del Siglo XX.
Empieza a transgredir el Artista manierista en voz baja. Pero, mientras aparece otro transgresor en escena, el revolucionario, desde la rebelión de los campesinos, hasta los movimientos obreros del siglo XIX, pasando por la Revolución Francesa. Estos ritmos históricos no avanzan con movimientos precisos. El huelguista en principio horroriza, pero su transgresión va organizándose en formas sindicales, aspirando siempre el reconocimiento oficial. Y es entonces cuando se afirma como transgresor definitivamente de la realidad, después de una larga preparación, el Artista vanguardista como sujeto no social, bohemio o loco.
Se diría que el Mayo francés del 68 es el punto en el que, curiosamente, las dos grandes formas de transgresión que han avanzado durante siglos a la vez ignorándose, la política y la artística, se funden.
En Antoni Miró, se encuentran estas dos formas de transgresión. De indudables tendencias democráticas, el artista que es de Alcoy y vive en Alcoy, siente y tiene constancia de los movimientos obreros, de la revolución social, de la vibración de la protesta del Mayo francés del 68 y a la vez, es intérprete artístico, realista y penetrante del mundo de hoy, buscando sus defectos para transformarlos y conseguir un mundo más justo hacia los humildes.
Como todo gran artista, espera desvelarnos la auténtica naturaleza de las cosas, el auténtico funcionamiento de la realidad social. Y aunque él afirme que no aspira cambiar la humanidad, sí lo intenta. Lo intenta diciéndonos cosas que pueden pensarse, o que esas cosas sirven para hacer pensar. Porque, para Antoni Miró, lo más principal es comunicarse con la gente, poner de relieve los defectos de nuestra sociedad y a su forma, tratar de transformarla, pretendiendo en general una vida mejor y más digna. Por eso irá en contra de la guerra, la violencia y la injusticia, para poder vivir en Paz.
Sobrará repasando los títulos de sus series pictóricas, “Els bojos”, “Mort”, “Vietnam”, “Biafra”, “Amèrica Negra”, “El Dòlar”, etc., para encontrar una patente firmeza; su clara e ineludible actitud de denuncia, frente a todo ello que no se limita a su propio ámbito cultural, sino que se extiende a todas aquellas situaciones que han sacudido especialmente la opinión pública mundial en los últimos años.
Pero su temática no se presenta bajo la forma de mera ideología, sino que rezuma de lo puramente político, planteando el trasfondo ético que subyace todas las situaciones sociales. A parecen de este modo, conceptos tales como Libertad, Fidelidad, Solidaridad, en fin, un comportamiento moral. Así su estética no será otra cosa que el desenlace explícito de una ética, es decir, el ordenamiento de unas intenciones morales que las hace comunicables y eficaces para los demás. De ahí su poética: la afirmación del hombre por encima de cualquier ocasión.
En realidad, Antoni Miró no se mueve sólo en el plano de las ideas generales, sino que su arte apunta hacia una vinculación de teoría y praxis, como lo ejemplifica la valoración que contiene el trabajo manual, no sólo a nivel expresivo, sino también en el proceso mismo de elaboración de sus obras de Arte. Su obra pasa por diferentes etapas: Expresionismo; Neofigurativismo Social, Pop-Art, y entra dentro de lo que se ha llamado crónica de la realidad, opción realista, que por diversas circunstancias encuentra un ancho desarrollo en el ámbito artístico valenciano.
Autodidacta, empieza a clasificar sus trabajos en series, viéndose claramente en ellas, una proyección social, una actitud crítica y una clara denuncia de la injusticia. En sus primeras series: “Les Nues” y “La Fam”, utiliza como vehículo de expresión para sus contenidos emocionales, pasionales y humanos, las tendencias del expresionismo, poniendo en evidencia por la exageración, la deformación los rasgos más rebosantes de un carácter, de un rostro, de unas manos o de un hombre cualquiera, el sufrimiento humano con todas sus taras.
Pero el expresionismo de Antoni Miró que nace de un figurativismo simbólico, impregnado de tristeza y fatalismo, llevando siempre un gran mensaje social, desemboca, al final de los años 60, coincidiendo con un periodo de auge del bienestar económico, de cambios sociales y desarrollo de la conciencia, también social en un retorno al realismo, a un neofigurativismo social, donde aparece el hombre con toda su problemática de opresión e injusticia.
Conjuga imágenes inquietas y rebeldes, que responden al polvo de la época, con grandes formas y colores vivos, que expresan un sentimiento personal que afecta simultáneamente el ser humano y su sentimiento estético. De esta época son sus series “Biafra”, “Vietnam”, “Mort” y “Realitat”.
Durante este tiempo alterna su trabajo con una variante abstracta de evidente eficacia, donde los planteamientos informales basados y buscados con una desnudez casi total de efectos, se plasman con una claridad y una fantasía muy patentes, experimentando por sí mismo las provocaciones que le ofrece la materia, a su rica vocación de pintor y escultor.
Así sus series: “Experimentacions” y “Relleus Visuals”.
En 1972, estando tan actual la problemática americana, donde el escepticismo da paso a la cultura de la conciencia, los valores plásticos, a la energía comunicable, la crítica tradicional, el análisis sociológico, es cuando Antoni Miró realiza una serie de metalográficas sobre la situación del Negro en la sociedad Americana, que bajo el título genérico de “Amèrica Negra” denuncia y refleja la sociedad y el tiempo en que vive, dejando constancia de las cosas que van sucediendo y a la vez intentando que cambien. Es en esta serie donde aparece más claramente un componente “Pop” utilizando figuras recortadas, de gran impacto, arrastrado por el cartel cinematográfico, con enfoques que resultan familiares al espectador, y una serie de recursos como la parodia, la seriación, la fragmentación, etc., que le sirven, a pesar de la carga irónica que incluye, para hacer un análisis del Capitalismo tiránico con gesto desdeñoso. Antoni Miró utiliza el “Pop-Art” como herramienta que expresa el sometimiento psicológico, a la que el ciudadano, nosotros, nos vemos sometidos por una sociedad alienada y consumista, contra la que protesta.
Como el artista cree que en primer lugar es hombre; y que el hombre está en contacto con la comunidad, siempre atento a su entorno, vigilando los signos de lucha y desgaste de las relaciones humanas, apoyándose en reconocidos eventos históricos, nos ofrece una información sobre la barbarie, la violencia, o la crueldad, siempre dentro de un realismo social presentando, además, un punto de vista personal alrededor de todos estos asuntos y aprovechando ciertas formas que pueden ser armas formidables para la denuncia y la crítica, pues la recepción del mensaje es inmediata. Utilizando la sátira se convierte en cronista de la realidad de su tiempo, aparecen sus series “El Dòlar”, “Xile”, “Les Llances” que nos da constancia de esta realidad.
En la década de los 80, Antoni Miró, comienza una nueva serie que, con el título genérico de “Pinteu Pintura” nos muestra una autorreflexión sobre la Pintura, utilizando imágenes de clara referencia a las obras clásicas de la Historia de la Pintura, que son muy conocidas por todos nosotros al haber sido utilizadas por los medios de comunicación y por estar presentes hasta en la publicidad, con signos o elementos de la vida cotidiana. Imágenes y citas que siendo sacadas de su contexto habitual y depuradas por el trabajo artístico de Antoni Miró, de una forma irónica o satírica, nos dan una nueva lectura o significación, pues al ser enriquecidas por su actitud vital resultan igual de sinceras y intensas, enviándonos un nuevo mensaje que muchas vueltas será alegre, otras se volverá angustioso, pero siempre nos obligará a una profunda reflexión.
Esta actitud reflexiva que nos propone Antoni Miró y la denuncia crítica han sido las constantes principales de su vocación, estando presente en toda su extensa y plural Obra.