Volvemos al principio
Emili J. Marín
Es evidente que el humanismo no lo inventaron los griegos ni tampoco los romanos. Este pensamiento es el producto de todas aquellas vivencias de la humanidad en que el hombre se ha convertido en protagonista. Lo que es cierto es que Grecia, Roma, el Renacimiento y algunas tendencias del siglo XIX contaban con suficiencia esta manera de vivir y de entender el mundo. La tentación y la necesidad de volver a Grecia ha sido -y supongo que continuará siendo- una necesidad de volver a los orígenes.
Antoni Miró, a lo largo de toda su obra, está fuertemente influenciado por este humanismo. Él ha cerrado el horizonte alrededor del hombre, de sus peripecias y del mundo sensible. Antoni no cree en los dioses que a lo largo de la historia han querido usurpar al hombre su capacidad de decisión; el pintor alcoyano sabe que el hombre se equivoca, que estropea las cosas, que la humanidad hasta ahora sólo ha sido capaz de producir historias inconclusas. Así mismo, es preferible esta situación que salir fuera del perímetro vital del hombre y del mundo para buscar explicaciones que en el fondo tampoco son satisfactorias. Su claustro materno -hablamos de Sopalmo- es como una perfecta quinta romana, toda adornada de sus mitos, que son en definitiva hombres y mujeres con ganas de vivir, de follar, y de pasar por la vida tan lúcidamente como sea posible. Es la casa de Toni, una expresión de todo lo que él vive y siente.
Es, por tanto, perfectamente explicable esta mirada que el pintor hace sobre el mundo griego. De cualquiera de las maneras, a lo largo de la obra de Antoni Miró, la admiración ante el cuerpo desnudo y perfecto, sobre todo el femenino, ha estado siempre presente y magníficamente tratado con unos colores que incitan a la sensualidad más profunda y, por lo tanto, más humana. No sé si el mundo político de Grecia а Antonio le entusiasma mucho, pero siempre he tenido la impresión -y hace ya muchos años que lo conozco- que Antoni contempla la peripecia política con cierta conmiseración y sin demasiado respeto... Los disparates de la fábrica de la política son tan patentes y tan numerosos que invitan a este escepticismo, lo que no significa que el pintor alcoyano no esté fuertemente politizado, que en su caso significa interesado profundamente en la res publica, otra concomitancia que lo identifica con el mundo griego.
El conjunto consta de materiales previamente fotografiados y luego pintados de toda Grecia: museos, calles y cualquier lugar donde aparece la interpretación culta y plástica de la realidad. También recoge alguna obra anterior, que es homogénea con todo el planteamiento general que presenta esta serie.
Creo que, más que explicar cada una y todas de las obras que exhibe Antoni Miró en este muestra, vale la pena insistir en que debemos renovar la admiración que tenemos a su pintura y, al menos, en algunas cosas estar de acuerdo, aunque él y yo sabemos que para el sentido religioso de muchas, algunas o pocas personas, Dios no usurpa la libertad del hombre, sino al revés: le puede dar más profundidad.