Antoni Miró, un «mensaje» que batzega
Glòria Bosch i Mir
Cuando tenemos la obra de un artista en frente, siempre hay un factor emotivo y sensitivo que precede cualquier tipo de reflexión o análisis. Si la descarga de corriente que recibimos nos conmueve, desconcierta, sorprende, significa que ese trabajo tiene una sensibilidad y, sobre todo, la capacidad absolutamente necesaria de «comunicar». Esto es lo que le pasa al alcoyano Antoni Miró: hace un arte que batzega. Estas primeras impresiones son, al menos para mí, las válidas y valiosas, porque abren la puerta a un ulterior análisis de los elementos plásticos, la posible rigurosidad técnica y el efecto final del «mensaje». Antoni Miró tira primero los mensajes y, en los carteles, es bien efectivo el planteamiento del arte como mensaje. Son, en definitiva, los bandazos de una complicidad quizás amargada o dormida, de una preocupación que nos afecta muy directamente, ya que no hace el panfleto localista sino que proyecta y hace extensiva la crítica a una globalidad. Por eso, cuando leemos y observamos a fondo cada imagen de Antoni Miró es fácil darse cuenta de la manipulación que todos padecemos. Cada uno hace suyo un nivel de lectura diferente de acuerdo con la identidad, tensiones vividas y el contexto real que nos toca vivir.
Cuando Antoni Miró trata el tema de Las lanzas, sabía bien cuál era el fondo común, social y político de un acto reiterado en otro contexto y época. En El dólar recupera todo un sistema de poder que aplasta por medio del símbolo. Pero, en estos hechos extensivos sitúa los signos referenciales en nuestro entorno vivencial -así salen reducciones simbólicas en una imagen como Aunque digamos no-. Por todo ello y más, como verán en las temáticas de los carteles, Antoni Miró hace un arte útil, un servicio a la sociedad, una invitación a la reflexión y a desvelar aquellos malos tragos escondidos tras una sugerencia. Se reúnen en un solo espejo función-arte-técnica con un “mensaje” vivo y un calor que a menudo crema.
Cuando vemos las obras de Antoni Miró hay que pensar qué factores entran a formar parte: una conciencia que lo sitúan al margen de la imagen disfrutadora, una comunicación con elementos del pasado válidos como fondo simbólico y transformados de acuerdo con la integración de signos actuales -Felipe V, Las lanzas...-, una preocupación por los hechos políticos y sociales que nos rodean, una aplicación de filosofía práctica cortante e irónica, una lectura múltiple de la obra con la prioridad de la imagen, una escenificación simbólica de contenidos sociopolíticos y, en definitiva, un compromiso con la época que le toca vivir y el uso de unos elementos que refuerzan el mensaje y el símbolo. Sus obras son gritos de cotidianidad, contundentes, testimoniales, documentales, conscientes, combativos, preocupados y preocupantes.