Personatges (Mural) (Personajes (Mural)
«Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta»
Ralph W. Emerson
Hay muros que son muy altos, otros, en cambio, no tienen demasiada altura. Hay muros que separan, y son por eso mismo que han sido construidos, para separar. Hay muros muy pequeños que sólo sirven para hacer de umbral entre dos estancias vecinas, y que favorecen la comunicación entre varios ambientes. Y sólo, y todos, sin embargo, son muros.
Otra cosa son los murales. Sí, las superficies que se nos presentan para hacer posible la incorporación de alguna imagen, o de alguna propuesta creativa. Los murales son virtuales escenarios donde se inscriben escrituras de todo tipo, imágenes de fugacidad extrema, panópticos de visión intemporal o de llamativa circunstancia contemporánea. Los murales nos atraen la mirada, nos llaman desde la superficie que los conforma, y procuran que así sea siempre, pues es la vocación y, también, la convicción del muralista, ofrecer un espacio de comunicación de gran tamaño, de proporciones inmensas, para referir, o contar, una historia, quizá su historia.
El pintor Antoni Miró ha creado en el complejo cultural La Base (Valencia) un gran mural, dentro de su exposición de 2018 «Antoni Miró a La Base». Un mural magnífico que acoge una enormidad de personajes, y que son pinturas generadas entre 2012 y 2018. Se trata de un Gran políptico sustentado en acrílico-mixta sobre lienzo, y que presenta unas medidas de 10'22x7'34 m. En el mural inscribe treinta y seis retratos de personajes, aportando unas medidas cada uno de ellos de 162x114 cm. El desfile es largo, así pues, y nos convoca el artista a mirar sus personajes de una manera colegiada, como si se tratara de uno solo. Treinta y seis personajes que nos visitan en una especie de fiesta desacostumbrada, y que garantizan la virtualidad en la significación de la palabra CARIÑO. Sí, estos treinta y seis personajes son, en la pintura del artista, resumen y acción de amar. Son el resultado de un largo tiempo de vida en fiel compañerismo. Son, todos ellos, la voluntad que inspira al pintor para rodearse de los suyos, de los amigos, de los consejeros áulicos, de los sabios que dictan las lecciones para la consecución de una vida plena.
Picasso, Tàpies, Renau y Dalí; Puig Antich y Companys; Quico Pi de la Serra, Raimon, Ovidi Montllor, Pau Casals y Freud; Miquel Hernández, Sol Picó, Gades, Bob Dylan, Víctor Jara y Mª del Mar Bonet; J. M. Llompart, Lorca, Alberti, García Márquez, Salvat-Papasseit, Montserrat Roig, Martí i Pol y Josep Pla; Sanchis Guarner, V.A. Estellés, Joan Fuster, Enric Valor e Isabel-Clara Simó; Francesc de Borja Moll, J. Coromines y Salvador Espriu; Gonçal Castelló, Mercè Marçal y Leo Ferre, al fin. La nómina es extensa, como prolífica y profunda ha sido, y es, la vida de los treinta y seis personajes. Son como un mundo inalcanzable; un lujo o capricho de los tiempos que nos envuelven; un hallazgo inverosímil de la historia que nos vincula. Son una y a la vez múltiples voces que llaman desde el mural de la concordia y contra el olvido. Son la cosecha afortunada de un campo bien labrado y mejor abonado. Son la garantía de permanencia de las ideas, del trabajo y de la conquista de la dignidad. ¡¡¡Son la vida!!!
Y bien. Antoni Miró nos los aproxima, y nos dice que estos personajes (aunque hay otros muchos en el desván del estudio) formulan buena parte de su existencia. Estos le han prestado materiales nobles para la vida, para la lucha y para el querer. Estos personajes lo acompañan en días y noches insomnes, en el estudio, en las exposiciones y, también, por las plazas y calles de este mundo. Son materiales de primera mano. Son palabras como anticipos de los diccionarios potentes de la existencia. Y cada uno de ellos, prácticamente sin saberlo, ha facilitado documentada disciplina al pintor que los escucha, y después aprende..., como lo resuelven los niños en las escuelas: con paciencia y disciplina, la justa y necesaria voluntad de permanecer atento a las palabras, y para hacerlas bien presentes a través del arte de la pintura. El pintor, poeta del color y de la vitalidad, escribe sus versos inspirados en el rumor constante de las palabras heredadas. Y El pintor, artista multidisciplinario, realiza el volumen mayúsculo de este mural apercibiéndonos, también a nosotros, de nuestra propia condición cívica de ciudadanía. Y con Antoni Miró escuchamos las voces Y con Antoni Miró nos sorprendemos por la enormidad que significan estos treinta y seis cuadros, y que sólo, tal vez, sea tan sólo uno. Quizá. Ya lo hemos dicho con anterioridad: quizá el único personaje que habita cada uno de los extremos de este mural sea la abstracta circunstancia del afecto. O del amor por la gente, también por toda la gente. Las personas sencillas, entendidas como un regalo para toda la vida, y que nunca nos podrán quitar de las manos. Un presente para depositarlo, plácidamente y con atención, en el mejor estante de nuestra casa.
«Viure sense tu, quin dur aprenentatge; davant el meu mirall, aprenent a parlar-me. El mestre que m’ensenya és el temps que no para.» Canta Mª del Mar Bonet en Viure sense tu. Y es cierto que Antoni Miró habla, continuamente, con sus personajes, con los cuales conquista las horas de cada día. Cuando Antoni Miró escucha las voces de sus amigos, de sus personajes, aprende de todos ellos la química de la existencia, obligada por los deberes sin tregua. La armonía del ámbito domésticos se inscribe en las páginas que los treinta y seis personajes han ido firmando. Y Antoni Miró, que mira a través del espejo de la complicidad, renueva sus votos cada día. Y el tiempo, a veces enemigo insolvente, ahora irrumpe con la vehemencia del creativo, con la vocación siempre intacta y renovada. Y son, los personajes, también, sus amigos. Son quienes procuran la satisfactoria documentación indispensable para transitar el camino dentro del polvo de los días laborables, y son quienes legitiman la adscripción a los bienes de la tierra firme. O quizá como Víctor Jara hace cuando canta al Che Guevara: «Abre sendas por los cerros,/Deja su huella en el viento,/El águila le da el vuelo/Y lo cobija el silencio», así Antoni Miró, desde su silencio pinta cuadros libres, complejos e identitarios. Desde el silencio nos otorga la posibilidad de que, con un solo vistazo, admiremos toda la intensidad que se inscribe en su mural. Y quedamos boquiabiertos ante la precisión de este mensaje que nos otorga el beneficio de la comprensión de lo que somos, y de cuál es nuestro mundo referencial. El pintor, el poeta artista, desde sus convicciones nos facilita, también, el aprendizaje. Y su mundo también es nuestro mundo. Y las palabras que confirman la existencia de los hombres buenos y justos, perviven aún en la atmósfera de una sala de exposiciones, para, después, volar libres por el éter de nuestro paraíso primordial.
Las reacciones químicas son, a veces, de difícil pronóstico, pero los resultados, cuando se confunden con la materia cordial, siempre suelen sorprender por el alcance amoroso que facilitan. Así la obra de Antoni Miró. Así este mural de treinta y seis personajes, en todo momento vinculados al pensamiento y al espíritu del artista Antoni Miró.
Josep Sou