Antoni Miró: los surcos de Bertolt Brecht.
El dramaturgo y poeta alemán se caracterizó, entre otras muchas cosas, por su compromiso con la sociedad a la cual perteneció. Compromiso político, social y, también, estético. Promovió el distanciamiento de las cosas fútiles, superficiales o anecdóticas, en favor de la intensidad en la contemplación, y de la toma de postura beligerante por parte de los espectadores. Un distanciamiento que apresuraba la conciencia crítica de los receptores, también de los actores, alejando cualquier atisbo de sentimentalismo irrelevante e innecesario.
Antoni Miró, desde su vinculación con las causas sociales que defienden el espíritu crítico y la condición humana, establece unos presupuestos de contemplación social que van más allá de lo puramente visual. Detrás de cada imagen, de cada propuesta artística, vive la realidad subyacente que él mismo ha creado. No es la realidad la que se traslada a sus obras, es la realidad que el poeta-pintor genera, para devolverla, tras el análisis íntimo de su reflexión, como un hecho cultural crítico. El espectador, el receptor de sus propuestas, jamás quedará indiferente. Tomará parte ejerciendo su propia labor analítica. Tal vez un largo recorrido para un continuo aprendizaje existencial. O la pintura, o el arte, como método de conocimiento.
Josep Sou