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Gest de fam (Gesto de hambre)

La bipolaridad de la guerra fría relegaba a un tercer lugar al conjunto de países subdesarrollados en los que reinaba la pobreza y el hambre devoraba poblaciones enteras. Las preocupaciones de Antoni Miró por los desvalidos y las consecuentes denuncias de las injusticias que sufren son una constante a lo largo de su producción durante la segunda mitad de la década de los sesenta y toda la de los setenta.

Las críticas que genera el artista se pueden dirigir a explicitar una dura situación que muestre un caso de horror o desigualdad, o consistir en una pro- testa que quede implícita tras una imagen menos dura. Como dijo Gamoneda al respecto a principios de los setenta, el artista “se propone una crónica —y una crítica— de los hechos históricos que nos dominan: la opresión (formal o estructural), las guerras, las revoluciones traicionadas, las segregaciones raciales”, pero en otros casos “la crónica se refiere a formas más sutiles de esa misma opresión: los mitos alienantes, las trampas de la tecnología, la manipulación de las capacidades humanas...”.

Es indudable que en este caso nos encontramos en la primera de las dos situaciones identificadas. Aquí una madre implora clemencia con su hijo desnutrido en brazos. Es la tan recurrente y lamentable consecuencia del drama de la guerra y la dominación. Se trasciende, además, la representación trasladando la petición a quien observa el cuadro. El pintor busca interpelar al espectador y exigirle una respuesta que frene la atrocidad. No se trata de la descripción de una realidad, sino de la petición de una acción que la contrarreste.

La historiográfica ha abordado desde múltiples perspectivas las posibilidades del enfoque realista desde la misma irrupción de la modernidad. El canon representacional colisiona con los terribles condicionantes que han jalonado la era contemporánea, estableciendo la necesidad de fijar gradaciones de compromiso con una necesidad de denunciar situaciones y proponer acciones, más que de describir la naturaleza con mayor o menor capacidad evocativa o concienciadora hacia el espectador. Este es un ejemplo del “realismo necesario” que Contreras ponía de manifiesto a propósito de la obra de Antoni Miró. Este crítico escribió por aquel entonces que “el realismo que nos interesa no puede plantearse como una alternativa amable a la realidad, sino como la imagen veraz, por parcial, de esa realidad: negación y estímulo, acusación y proyecto, bien que para conseguirlo este realismo necesario tenga que salir al campo de batalla, a la sociedad, mostrando distintos apellidos o sobrenombres”.

Reivindicar una situación lejana es una muestra de solidaridad y, al tiempo, un ejercicio de identificación con otras realidades próximas similares. El hambre sufrida en otros continentes no es distinta de la que se padece en entornos próximos. Simultáneamente se ejerce de altavoz de los problemas conocidos y se advierte de que no nos son ajenos.

Las distintas direccionalidades de las miradas de los personajes representados introduce en el sistema una particular tensión. Da muestra de la tremenda indefensión del niño, que ni siquiera es consciente de las posibilidades de ayuda que encuentra su madre en la persona a quien dirige su petición.

Esa diferenciación de la percepción de la gravedad se atisba también en el diferente uso de colores empleados en cada figura, insistiendo en la crudeza del dolor de la madre al recurrir al blanco y negro, y utilizando el granate para la otra figura y el degradado de fondo.

La escena se encaja en un marco pintado que, a la vez, se trasciende. Se amplía la pintura hasta los límites de la tabla, de modo que se potencia el dramatismo de la escena, su gravedad, en definitiva, al quedar constreñido. En ese marco, definido por unas bandas junto a los bordes delimitadas por unas finas rayas blancas, se destacan las cuatro esquinas, tiñéndolas con mayor intensidad.

Como es habitual en las obras del artista de esta época, se consigue representar el volumen de las figuras mediante la diferenciación graduada de manchas coloreadas mediante tintas planas con distinta intensidad. Para caracterizar la apariencia del ropaje de la madre, sin embargo, se aplica una textura que con- sigue emular la del tejido.

Santiago Pastor Vila

GEST DE FAM, 1972 (Acrílic / taula, 100 × 100)Serie: Amèrica NegraAntoni Miro