Enclusa i mallaire
En la serie “Pinteu Pintura”, algunos fragmentos de determinadas obras culmen de la historia del arte son incorporados por Antoni Miró a nuevas composiciones propias, transformados formalmente y viendo mutados sus sentidos; construyendo de la mano de la ironía una nueva unidad de significado que aprovecha la potencialidad comunicativa que otorgan los significantes canónicos.
Dejando al margen el episodio mitológico que se narra en La fragua de Vulcano, el artista independiza la figura que ocupa el centro de esta obra de referencia, uno de los ayudantes que sostiene un mazo y se retrata de espaldas. Con el contorno de este personaje, secundario en lo que respecta al mensaje que se comunica con la escena y esencial en términos pictóricos por la calidad con la que se define su anatomía, se materializan sendas figuras planas de madera (siendo una como el original, y otra consistiendo en su duplicado simétrico) que se adosan configurando un diedro vertical en ángulo recto que constituye, junto con un espejo cuadrado que se sitúa en la base por el interior, la estructura de esta pintura objeto.
Sobre este soporte múltiple (dos personajes que ofrecen, además del derecho, el revés; y que se reflejan también en el espejo) se aplican a modo de collage pictórico retazos del Guernica de Picasso y de algunas obras de Joan Miró, así como otros referentes de la cultura popular. Existe una hibridación de la alta cultura en el plano temporal: sobre la forma clásica del siglo XVII se tatúa la nueva pintura del siglo XX. Pero también se produce un mestizaje con la baja cultura, a través del personaje de cómic que se introduce. Mortadelo sostiene un yunque, en el mismo lugar en el que se emplazan estos elementos en el cuadro de Velázquez, abajo y a la izquierda de este personaje.
El pintor funde, sobre una figura representada figurativamente por Velázquez con un enorme realismo y unidad orgánica, diversos elementos antropomórficos deslavazados de los dos pinto- res que se consideran esenciales para comprender el arte español del siglo XX: Miró y Picasso. Desliza además algunos elementos característicos de su sistema reivindicativo, como una sota de bastos numerada con el año 1707, en el que se promulgó el Decreto de Nueva Planta que abolió las leyes e instituciones propias de los valencianos.
Pone de manifiesto el contraste entre lenguajes pictóricos para referirse, además, a la superación del conflicto entre arte y artesanía. Apolo, quien visitó a Vulcano para avisar del adulterio perpetrado por su esposa, es conocido como el dios de la belleza, y por ende de las artes, especialmente de la música. Unido a la idea de lo etéreo y supremo, encuentra su contrario en el trabajador que sostiene el mazo, profundamente mundano. Emplear como base esta figura para traer a colación elementos más sofisticados e imbuidos de abstracción no deja de ser una paradoja ilustrativa.
Detectamos en ese sentido en esta obra los dos tipos de recursos irónicos que asocia el profesor De la Calle a su pintura: “la ironía morfológica y la referencial”. Observamos la primera en la estrategia de combinación plástica (“selección de elementos del repertorio histórico y del modus operandi {cromatismo, contrastación compositiva...}”). Apreciamos la segunda en los efectos comunicativos que se desprende de su recepción.
Santiago Pastor Vila