Transeúnte honor a las pinturas de Antoni Miró
Teresinka Pereira
Mis dedos caminan
  en silencioso delirio
  y mis hambrientos ojos
  devoran en un vuelo
  los museos de Miró
  no con palabras,
  sino con acústicas,
  los perros de Miró
  no con ladridos,
  sino con mucha sangre,
  los edificios de Miró
  en líneas directas
  o en  curvas que se chocan,
  mujeres de máscaras, 
  niños  con mirada de pánico, 
  hombres  arrodillados
  con la vergüenza de ser mendigos,
  el valor de los inmigrantes
  y el miedo de los turistas,
  la ironía de Manhattan
  y la bolsa de valores de Kuwait,
  las Torres Gemelas de Nueva York
  y los torturados de Abu Graib
  y todavía las reliquias de latas
  coloreadas, granos pre-bio-etanol,
  escapularios, balas pos-asesinas,
  pirámides, torsos, puertas, escaleras,
  el mundo entero de Miró,
  ¡La Samotracia y otras tantas Victorias!
