Ricard Pérez Casado
[...] Ante todo, el oficio. Dibujar, recortar el espacio con las líneas, anegarlo en la reflexión de los colores, próximo a la realidad del ojo, pero también a aquello que el ojo proporciona al cerebro, al conocimiento. Mucho oficio, muchas pasiones contenidas. La sobria contención forma parte del modo de ser del artista, a medio camino entre el demiurgo y el intérprete siempre, al cabo actor. Eso sí, disciplina y rigor. [...]Texto completo