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Antoni Miró, compañero del tiempo

Javier   Rubio Nomblot

Antoni Miró (Alcoi, 1944), con su sabor a perfeccionismo insobornable y literarias interpretaciones, nos obliga, en cierta medida, a replantearnos muchos de los tópicos que se han ido creando en torno a la evolución de las artes. Al torbellino de innovaciones centradas mucho más a sobrepasar el golpe de efecto del movimiento precedente que no expresar opiniones o sentimientos propios, hay que contraponer el trabajo lúdico, mudo y siempre crítico de una serie de magníficos pintores que, en los años sesenta, dieron un sentido a las inquietudes que se generaron en la civilización de consumo, en la cultura de masas y en las identidades amenazadas. Antoni Miró, tan pródigo en exposiciones en el extranjero como ausente de las salas madrileñas, ha mantenido la lucidez de aquellas visiones que hoy nos parecen proféticas y su temática ha evolucionado al compás de los cambios. Su pintura, sin embargo, se fundamenta sobre un riguroso respeto por las ganancias técnicos y estéticos del “pop”: una imagen impactante, tributaria o precursora del mensaje publicitario, un uso cuidadoso del color, que forma grandes planes y un dibujo impecable, la frialdad del cual tiene la virtud de enfatizar su carácter crítico. La trayectoria de Antoni Miró está, pues, jalonada de obras que reflejan tomas de conciencia, temas concretos (que no puntuales, ya que siempre se encontrará un mensaje más profundo) y en esta exposición pueden contemplarse, junto a su obra más reciente, algunos cuadros de la serie “Pinteu Pintura”, en la que Velázquez, Miró, Gaudí y, sobre todo, Dalí (y Gala y Freud) llenen las telas de imágenes míticas. “Vivace”, la serie que ahora inicia Antoni Miró, tiene un atractivo especial. El pintor, que se ha sumergido en una poesía mucho más constructiva (aunque encontramos ecos de aquella frase que pronunció hace años: “Pinto precisamente lo que no me gusta”), imagina espacios de atmósfera contaminada y construye formas estilizadas, la esbeltez de las cuales, más que sugerirnos un presente amenazador, nos traslada a un mundo lleno de respuestas.