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A Antoni Miró

Jaume Pérez i Montaner

Ahora la piedra es piedra; ningún recuerdo
no puede romper la luz y la sombra y la apariencia,
ni puede curar heridas tan pregonas
como este mar de cenizas y los puñales
a raíz del labio y el temor al pecho
y el boscaje erizado de falsas palabras.
La piel y los huesos y los cabellos no pueden
aceptar el revuelo de las arañas,
la solitud del cuervo, la lechuza oscura
o el vacío irremediables de la ausencia.
Bajo el cielo ahogado qué sol o qué boca,
la áspera encía y la piel lisiada
lengua de barro y uñas mordidas.
Nada más la solitud de la evidencia
del tiempo perdido en el laberinto grotesco
de un falso deseo y unas palabras oscuras.
Nada más la solitud de la evidencia
de haber sido los favoritos de los dioses
ahora ahogados en el boscaje metálico
de estos ojos locamente envenenados.