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A Antoni Miró

Daniel Giralt-Miracle

Antoni Miró es un alcoyano muy consciente de su catalanidad. Su obra plástica siempre ha sido entendida como un grito de denuncia, un clamor por la libertad y una sostenida lucha por el reencuentro popular de las raíces de su gente, de todos los Países Catalanes y, sobre todo, de todos los pueblos y hombres oprimidos de todo el mundo. Desde el inicio de su práctica pictórica ha alcanzado este compromiso de una forma directa, ha sido pionero en la popularización del arte y la cultura, y ha participado en numerosas exposiciones colectivas y ha realizado múltiples colecciones de obra seriada. Su currículum, activo desde 1960, es un buen ejemplo de la labor esforzada y continuada de este artista.

¿Es el suyo un realismo social, una especie de crónica de la realidad, un arte comprometido? Miró ha superado las casillas que podrían confirmar en un determinado «ismo», su obra sigue una evolución firmemente arraigada en el latido de las corrientes políticas y su dinámica. Son los hechos y las vivencias sociales lo que preocupa al artista, tanto a nivel local como a nivel internacional. La varia iconografía por él empleada tiene connotaciones muy directas y legibles. Las diferentes series o etapas de obra su (Amèrica negra, El dòlar, etc.) son un clamor por la libertad, por la solidaridad humana, una lucha contra la opresión de todo tipo. Como dijo a Juan Vicente (Avui, 8-8-76) «pinto lo que no me gusta».

Su contribución en el Congreso de Cultura Catalana ha sido hacer la presentación en Barcelona con una serie de pinturas, esculturas y gráfica. Obras que abarcan de 1973 a 1977. Como bien dice su presentador Ovidi Montllor, «el arte consciente de toda época no es precisamente amable». La falta de amabilidad acentúa los propósitos delatores de Miró. Una gran pieza, Lanzas imperiales, realizada estos últimos dos años, nos da la bienvenida. Esta versión sinónima de la velazquesa Rendición de Breda está situada en un contexto muy diferente. Por un lado y en tamaño natural, hay arrogantes vencedores que van adornados con banderas del imperio español. Al otro lado están los vencidos, los de testa abatida, quienes blanden las cuatro barras. En lugar de dar la llave, se hace la entrega de un oneroso tributo monetario (un dólar). Vencedores y vencidos, opresores y oprimidos, claramente determinados. Es esta una pintura objeto de 2,50 x 8,50 metros trabajada sobre mesa con minuciosidad y gran detalle. Indudablemente, una pieza maestra de Miró. Dentro del mismo género, hay en la exposición una serie de mesas bugidas que siluetan personajes (Garrotada, Metamorfosis, etc.). Soldados, policías, guerreros, armas, dólares arrugados, seres apaleados y oprimidos, torsos femeninos flagelados... son la base temática de un análisis de nuestro mundo hecha con osadía y gran expresividad.

Unas sutiles y bien elaboradas metalográficas (procedimiento muy personal de estampación sobre plancha metálica) completan la presencia en Barcelona de este pintor que lucha con sus armas para «destruir las partes negativas del mundo».

EL DÒLAR ANTONI MIRÓ

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